Crear para ayudar, el estilo de vida de la ‘profe’ Sindey Carolina Bernal

Una aplicación para que los niños con síndrome de Down aprendan a reconocer un computador, un giroscopio (herramienta para que las personas sin brazos puedan manejar el mouse del computador con su cabeza), páginas web para facilitar el aprendizaje de la población sorda; simuladores virtuales de terapias para personas con problemas de movilidad; un juego virtual para niños con depresión; audiocuentos con braille o aplicaciones para favorecer la enseñanza de lengua de señas, son solo algunas de las más de 100 soluciones TIC para personas con discapacidad ideadas por los estudiantes de 9,10 y 11 grado del colegio Enrique Olaya Herrera de Bogotá, pero ninguna de estas ideas podría haber sido realidad sin el compromiso de la profesora Sindey Carolina Bernal, licenciada en Diseño Tecnológico de la Universidad Pedagógica Nacional.

Buscando garantizar el acceso a la educación de todas las personas, esta bogotana amante de la tecnología, creó en 2015 el semillero de investigación escolar ‘Inclutec’, desde el que los estudiantes, luego de apadrinar a niños de primaria con discapacidad, desarrollan un proyecto TIC a través del diseño e implementación de recursos tecnológicos que favorezcan la inclusión de los niños apadrinados. 

Todo comenzó cuando Sindey cursaba su pregrado, en donde tenía un compañero sordo que asistía a las clases en compañía de su intérprete. Ella se interesó en comprender las señas, los gestos y movimientos que hacía esta persona para comunicarse con el estudiante, pero un día sucedió algo inesperado, su compañero llegó al salón sin el intérprete. Fue entonces cuando todos en la clase se vieron enfrentados a una barrera de comunicación para interactuar con él. 

Sindey se propuso aprender lengua de señas, sin embargo, consideró que esto no era suficiente, así que tiempo después, como proyecto de tesis de grado decidió crear un software que reconocía la voz y la traducía a lengua de señas colombiana. 

Debido a su buen rendimiento académico, durante el pregrado consiguió un trabajo como monitora del grupo de investigación ‘Synapsis’ de su universidad, en el que personas de diferentes carreras se reunían para crear soluciones aumentativas para personas con discapacidad; proyectos aplicados a diferentes modalidades de comunicación como el habla, para expresar pensamientos, así como necesidades, deseos e ideas, a partir de campos como la robótica y la realidad virtual.

Pero tal como se lo dijo uno de sus profesores, este proyecto no quedaría archivado en la biblioteca de la universidad, sino que más adelante se convertiría en su proyecto de vida, pues gracias a su disciplina, tras finalizar su licenciatura, Sindey inició becada su maestría en Tecnologías de la Información aplicadas a la Educación. 

Fue en ese momento cuando se presentó a la convocatoria ‘Jóvenes Investigadores’ de Colciencias, en la cual salió favorecida y pudo disponer de las instalaciones, dispositivos y recursos de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional para crear un sistema inteligente que reconocía las señales cerebrales y las traducía a lenguaje verbal y escrito.

El gusto y la pasión por ayudar seguían creciendo en la ahora profesora, que no paraba de aprender en todo lugar y momento. Recordaba las palabras que como profecía le decía su madre a ella y a su hermano, cuando eran niños y enfrentaban una difícil situación económica: “En algún momento de su vida esto va a cambiar y ustedes lo van a lograr estudiando”. Por eso, Sindey, quien ya tenía una amplia formación académica, consideró que para continuar trabajando y desarrollando soluciones tecnológicas para las personas con discapacidad, necesitaba formarse en inclusión, razón por la que se matriculó en un doctorado en educación inclusiva en el que para su tesis doctoral creó un aula virtual inclusiva, enfocada en personas sordas, con la Lengua de Señas Colombiana.

Gracias a su trabajo educativo mediado por las TIC, Sindey ha sido merecedora de numerosos reconocimientos como estar entre los 50 mejores profesores del mundo según el ‘Global Teacher Price’, o más recientemente, ser galardonada por la Fundación para la Integración y Desarrollo de América Latina (FIDAL) como la mejor profesora de Iberoamérica por aprovechar de forma positiva la tecnología para fortalecer el aprendizaje.

Pero, quizá la experiencia más significativa que le ha brindado su trabajo, fue viajar en 2018 a Corea del Sur como parte del programa ‘ICT for Colombian Teachers’ del Ministerio de Educación y el gobierno de ese país, en el que, luego de presentarse por tercera vez, fue escogida dentro del grupo de 18 maestros colombianos para viajar a Incheon, una ciudad cercana a la capital, Seúl, a recibir durante dos semanas entrenamiento en el uso pedagógico de herramientas TIC.

“La tecnología es transversal a todas las materias, no una materia más como a nosotros nos han enseñado. Los coreanos dicen que todo, absolutamente todo, se soluciona con educación: la pobreza, la guerra, la inequidad. Por eso su principal objetivo es que los ciudadanos reciban una buena educación”, afirma Sindey, emocionada.    

“Cada día fue una experiencia maravillosa, es increíble todo lo que ellos hacen, incluso pudimos compartir por un día con una familia coreana para conocer sus costumbres y estilo de vida”, cuenta la profe.

Las dos semanas se pasaron volando y Sindey regresó al país con una maleta adicional a la que había llevado: una maleta con kits de robótica Arduino y otros dispositivos para que sus estudiantes pudieran experimentar y aprender cacharreando, una maleta llena de aprendizajes, sueños e ideas novedosas que sabía que podían cambiar la vida de sus alumnos, una maleta que desbordaba de ganas por compartir lo aprendido.

Meses más tarde, una comisión de Corea del Sur visitó el colegio Enrique Olaya Herrera y conocieron los proyectos que los estudiantes habían desarrollado con base en lo que su profesora había aprendido.

Son varias las personas que han marcado la vida de esta joven investigadora desde su infancia hasta hoy. Su hermano Juan José, ingeniero de sistemas y un duro en desarrollo de software es quien, además de ayudarla con varios de sus proyectos, siempre la alienta a seguir adelante. Así mismo, su profe de matemáticas en el Colegio Técnico Menorah, clave para que Sindey se convirtiera en docente; también está el profesor John Jairo Páez, director de su proyecto de grado en la UPN, a quien recuerda con mucho cariño y con quien todavía mantiene contacto.

Hoy es ella quien con su dedicación para crear tecnología inclusiva se ha convertido en inspiración de todos sus estudiantes para desarrollar soluciones digitales que permitan mejorar la vida de las personas con discapacidad. “Para que realmente Colombia sea inclusiva tenemos que empezar porque cada uno de nosotros sea inclusivo; que tengamos una familia inclusiva, un colegio inclusivo, una universidad inclusiva, una ciudad inclusiva y ahí sí llegar a una Colombia inclusiva y probablemente a un mundo inclusivo'', afirma. 

Las TIC han sido fundamentales en la vida de Sindey como herramientas a través de las cuales ha impactado a sus estudiantes con los proyectos de sus semilleros y también en la creación de recursos educativos inclusivos que brindan mayor accesibilidad para que personas con discapacidad visual, auditiva, cognitiva o motriz puedan beneficiarse de sus clases sin ningún tipo de barreras ni limitaciones. 

“Debemos ver a las personas con discapacidad no desde sus limitaciones, sino desde sus capacidades, la cuales podemos fortalecer a través del uso de herramientas tecnológicas; identifiquemos sus habilidades y potenciémoslas desde el reconocimiento de la diversidad y la participación de todos”. 

Son más de 13 años a lo largo de los cuales la ‘profe’ Sindey ha inspirado a sus estudiantes a usar el poder de las TIC para transformar vidas y les ha enseñado con el ejemplo a ser persistentes. Además, les recalca el reconocimiento, respeto y valoración de las diversidades. 

“Así como mis profes me inspiraron desde la investigación y la licenciatura en diseño, yo también quiero inspirar a mis alumnos a transformar el mundo desde sus capacidades”, afirma. Para ella, todos somos como un arcoíris que le da color a la vida y cada persona es solo uno de esos colores, por eso sigue trabajando incansablemente para que, a través de la tecnología podamos disfrutar de un mundo multicolor. 

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