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“El circo me dio ganas de volver a vivir”

A propósito del capítulo de #Fractal de este domingo a las 9:00 p.m., hablamos con Marino Benítez fundador de Tres en Circo, un grupo de artistas circenses que llevan sus conocimientos, su alegría y su arte a los niños más vulnerables de la capital del Guaviare

Cuando hablamos de circo se suele pensar en aquellos lugares donde muchos animales fueron maltratados durante años, sin embargo, ahora que esta práctica está prohibida en Colombia, las artes circenses son más visibles y demuestran que un buen espectáculo de circo no depende de estas crueles prácticas sino de un espectáculo de arte y acrobacia

Este es el caso de Tres en circo, una iniciativa creada hace siete años por Marino Benítez y un grupo de jóvenes artistas circenses que vieron en estas artes un espacio imaginario que podía hacer volver a soñar a los niños de los barrios más vulnerables de San José del Guaviare. 

“El circo me dio ganas de volver a vivir”

Talleres que transforman

Marino recuerda que el primer taller que hicieron fue en el barrio Piraquive, un área donde hay un elevado índice de violencia, y habiendo pedido permiso a la junta para desarrollarlo, se consiguió una cabina de sonido y una bolsa de pulpa de fruta para treparse con sus muchachos en la lejura.  

Cuando llegaron a la cancha se dieron cuenta de que no había un solo niño, así que pusieron música, y decidieron ir a buscarlos en zancos casa por casa para invitarlos a jugar con el permiso de sus padres. 

“En ese primer taller llegamos a acoger 50 o 60 niños. Las mamitas nos dejaron licuar la pulpa en una casa y repartimos pancitos de doscientos pesos con la fortuna de que a los niños les encantó y fue una experiencia muy bonita”, cuenta sonriente. 

Desde ese momento decidieron hacer talleres cada 15 días con la ayuda de amigos quienes les ayudan con los refrigerios o de la Policía quienes a veces les prestan el transporte a cambio de obras de teatro

“El circo me dio ganas de volver a vivir”

Aquí en San José del Guaviare hemos logrado visitar aproximadamente 12 barrios en los cuales creo que alcanzamos una población entre los 1200 y 1300 niños, teniendo en cuenta que por taller comunitario alcanzamos a reunir entre 80, 90, 100 o más niños”, dice Benítez. 

Marino ya tiene cuerito a la hora de acercarse a los barrios más inhóspitos de San José para pedir permiso al presidente de la comunidad y llevar a cabo los talleres. 

Tres en Circo llega a los barrios con música a llamar a los niños como si de un flautista mágico se tratara. Después de que los pequeños piden permiso a sus padres, llegan y son divididos en grupos de acuerdo con las técnicas: monociclo, malabares, flexibilidad y acrobacia

Durante dos o tres horas, los niños se rotan para aprender lo que nosotros hacemos y la idea es que si al niño le gusta, vea su futuro diga: yo quiero aprender esto. Hay una niña que ha sido la única que saqué en acrobacia aérea sobre tela en dúo y es una experiencia muy bonita porque por medio del arte se pueden transformar vidas y estos niños que antes no tenían un enfoque, encuentran un sueño”, cuenta. 

“El circo me dio ganas de volver a vivir”

Hay padres que se sorprenden muchísimo con lo que sus hijos pueden lograr hacer como  subirse a ocho o diez metros de altura y ejecutar una figura aérea o montarse en unos zancos, pero el progreso no solo ve allí, también se ve en la relación consigo mismos. “Uno de los niños es homosexual y por la confianza que adquirió aprendiendo con nosotros y el tejido que hicimos, logró reunir el valor de decirle a su madre”, cuenta Benitez.

La relación que Marino desarrolla con los niños también es motivo de admiración por los padres que, perplejos, le dicen que su hijo no le hace caso a nadie más que a él. 

Antes de todo este proceso yo era una persona que no valía un peso y al día de hoy que un padre deposite esa confianza para que yo le enseñe a su hijo o hija y me lo lleve a hacer limpieza al dique del río Guaviare o a tomar talleres es muy bonito. Yo creo que estar en esto me ha enseñado a ser mejor persona”

Más que un propósito, Marino tiene una convicción: el circo salva vidas

Desde pequeño, Benítez supo lo que era deambular de camino en camino buscando un hogar. Fue desplazado junto a su familia por la violencia en su natal, Carepa, Antioquia, y recorrió varios municipios hasta asentarse en Puerto Arturo, Guaviare, donde tapaba huecos en la calle junto a su padre para recoger monedas y poder comer. Hace veinte años llegaron a la capital del departamento donde echaron raíces para siempre. 

En su juventud intentó quitarse la vida varias veces y no encontraba nada que lo motivara a vivir, sin embargo, una visita de un grupo de la Escuela Nacional Circo para todos de Cali lo cambió para siempre. 

Sentí un escalofrío por el cuerpo, como el vientecito de la rosa de Guadalupe, y sentí la necesidad de vivir y dije: si el circo me devolvió las ganas de vivir, ¿por qué no entregarlo todo para hacer que el circo prevalezca?”, cuenta. 

Decidió irse a Cali a estudiar arte circense pero no tenía dinero para pagar un lugar donde dormir ni comer; pasó hambre, durmió en el suelo, vendió limonadas y comió las sobras del restaurante en el que trabajaba para poder pagar el arriendo. 

Después de dos años y medio regresó a San José del Guaviare y siguió aprendiendo a hacer malabares, a andar en monociclo, a caminar en zancos y hacer gimnasia aérea de manera empírica junto a otros jóvenes a los que guió en las artes circenses. A medida que fueron haciéndose más fuertes en las técnicas, fue creciendo en él la idea de hacer talleres comunitarios por medio del circo. 

Después de casi una década, nada parece robarle las ganas de crear estos espacios para los niños y sus comunidades.  “Al Guaviare le debo todo lo que soy, este lugar me lo ha dado todo y hoy en día quiero retribuirle todo eso”, afirma el gestor.  

No te pierdas este domingo a las 9:00 p.m. en #Fractal un especial en el que exploramos el mundo del circo y entenderemos el espíritu de este arte mediante tres aproximaciones de sus estilos, entre el circo tradicional que son principalmente grupos de familias que se caracterizan por su nomadismo, y el nuevo circo o circo contemporáneo, que se dedica exclusivamente al trabajo circense con grupos artísticos de base, que montan sus espectáculos y cuentan con una gran influencia del circo internacional. 

 

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