Por: Jeisson Chibuque
La pintura ha sido el medio por el cual Hernando Barahona, maestro y artista empírico, ha alcanzado popularidad y admiración. Es un prodigio: su habilidad, atención al detalle y precisión a la hora de hacer retratos y pinturas realistas lo han hecho el referente más importante de la cultura y la expresión artística en el municipio de Villeta. Desde muy niño descubrió su habilidad e interés por el dibujo, su mayor pasatiempo. De esta manera ganó sus primeros centavos para ayudar en casa. Es de origen humilde y perdió a su padre cuando era aún menor. Sus compañeros, fascinados por su destreza, le pedían su ayuda para los dibujos escolares. Por mucho tiempo pintó a lápiz hasta que la pintura lo conquistó
La pintura llegó a su vida inicialmente como un medio de trabajo, fue auxiliar de construcción y después de ello, gracias a su inigualable capacidad se dedicó a la publicidad de forma manual. Hacía avisos, pendones, murales y toda clase de artículos publicitarios, algo que dejó atrás con la llegada de la digitalización. Le pareció monótono y aburrido ya que, desde entonces, todo dependía de las computadoras. A partir de ese momento dedicó su tiempo a pulir sus técnicas de pintura, a aprender sobre las clases de esta y a plasmar lo que más le gusta.
El maestro Barahona, así es conocido dentro de los villetanos. No sólo es artista si no un formador admirable, lidera varias de las escuelas creativas del municipio y ha participado en importantes festivales culturales donde ha realizado el montaje de esculturas movibles de animales silvestres. A él se atribuyen también algunos monumentos esculturales de municipios de Cundinamarca como Sasaima y, por supuesto, Villeta. Recientemente el maestro pintó la fachada de la emblemática plaza de mercado y las pinturas un día de mercado y la hora del almuerzo, exhibidas dentro de la Gobernación de Cundinamarca, son parte de su colección de obras.