Como si estuvieran pintadas a mano, la cabeza y la parte superior del cuerpo es amarilla y su parte inferior es oscura con unas particulares manchas claras a sus costados. No es la primera vez que la observan y, de hecho, la pequeña rana fue descrita por primera vez en 2007, pero solo hasta este año tuvo nombre: Andinobates supata.
El nombre es un homenaje al municipio de Supatá, en Cundinamarca, a 37 kilómetros de Bogotá y el lugar donde esta ranita dorada y venenosa fue encontrada por primera vez, aunque también ha sido avistada en San Francisco. Puede medir entre los 16.8 y los 19 milímetros de largo y las hembras suelen ser un poco má grandes que los machos. Habitan, además, entre los 1.800 y 2.000 metros sobre el nivel del mar.
La A. Supata es la segunda rana amarilla del género Andinobates, color que solo comparte con la Andinobates tolimensis. De acuerdo al periódito El Espectador, en los últimos 15 años, seis especies nuevas de Andinobates solamente en los Andes colombianos.
En la investigación 'A new species of Andean golden poison frog (Andinobates, Dendrobatidae) from the Eastern Andes of Colombia', realizada por Erika Salazar, Giovanni Chavez-Portilla, José Gil, Adriana Dorado, Roberto Márquez, José Rueda y Adolfo Amézquita, los investigadores advierten que la rana fue encontrada en pequeños bosques de menos de 10 hectáreas, por lo cual la pérdida de bosques y la fragmentación de sus hábitats son los principales peligros para la especie.
Si bien la rana podría cumplir con los parámetros de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza para ser considerada como en peligro crítico, desde 2008 es considerada patrimonio de Supatá, donde se celebra el Festival de la Rana Dorada para fomentar su conservación.
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