Foto: Zona Cero
Ómar inició su carrera como caricaturista en Bogotá para el periódico El Siglo en 1945, a inicios de la segunda guerra mundial, época en la que ya existían varias obras de su autoría como las figuras humanas que retrataba a partir de bejucos alargados.
Sus viajes por Latinoamérica lo llenaron de conocimiento a través de sus encuentros con personas de diferentes partes del mundo, empezando por los indígenas del Amazonas quienes le ayudaron a abrir la puerta a un universo de arte precolombino despertando su pasión por las figuras geométricas, que por supuesto, serían las que definirían sus obras.
Foto: Museo Rayo
En 1958 consiguió una beca que lo llevó a Ciudad de México, lugar en el que conocería a José Luís Cuevas y Francisco Toledo, seguido por otra beca que más adelante lo llevó a vivir a la ciudad de Nueva York, en donde se instalaría más tarde y además, sin pensarlo, sus obras alcanzarían un alto reconocimiento internacional.
A partir de ese momento, Ómar se dedicó a realizar grabados a través de la técnica intaglio, sus temas giraban alrededor de animales, objetos de la cotidianidad, e incluso, figuras humanas.
Rayo recibió, en 1970, un premio especial en la Primera Bienal de Grabado en San Juan de Puerto Rico, además del premio en el Salón Nacional de Artistas de Colombia.
En sus composiciones se visualizan cintas en distintos sentidos, que desaparecen y vuelven a aparecer, con formatos que producen efectos ópticos dentro de una conversación abstracta.
Una de las cosas para destacar es el museo que lleva su nombre, Museo Rayo de Dibujo y Grabado, ubicado en su ciudad natal y que fue construido por el mexicano Leopoldo Gout en 1981.
Hacemos un recorrido por las obras más reconocidas de Omar Rayo.
Mountains (1955)
Foto: wikiart
Soles, 1967
Foto: wikiart
Kumo XV (1970)
Foto: wikiart
O.V.N.I (1967)
Foto: wikiart
Ibawabi (1975)
Foto: wikiart