Contando nuestros mitos sobre los dioses que nos forjaron y sus hazañas, comenzamos los humanos a contar historias. Es en esta capacidad, desconocida en animales no humanos, que nuestra especie estableció sociedades pues, a través del relato, teníamos algo en común que nos unía. Eso, crear historias, nos sigue uniendo a todas personas y eso es lo que quiere demostrar Sin Barreras, el primer concurso distrital de cuento e ilustración para personas con discapacidad Auditiva, Cognitiva y Visual.
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El concurso estuvo abierto desde el pasado 29 de junio hasta el 23 de agosto, tal como informó la Fundación Fahrenheit 451, organizadora del evento. “Es bastante novedoso, sobre todo porque literatura y personas sordas es un poco tabú.
Este es el primer concurso, además, en el que confluyen las tres poblaciones”, dice Mauricio Díaz Calderón, director de proyectos de la Fundación.
Cosito cuenta que si bien la Fundación lleva 10 años trabajando con personas invidentes y con discapacidad cognitiva en talleres y espacios de formación, la idea de un concurso que permitiera también la participación de población sorda comenzó el año pasado. Así que, con el apoyo de la Secretaría de Cultura de Bogotá y el Instituto Distrital de las Artes, comenzaron a trabajar.
Como a todo el mundo, los planes del concurso cambiaron este año y, además de retrasarlo unos meses, la Fundación tuvo que hacer los talleres de formación de forma virtual. Estos talleres se dictaron durante el tiempo de la convocatoria y fueron en total 30 talleres con cada sector poblacional, a los que asistieron, en promedio 15 personas por sesión.
Apenas arranca el con curso comenzaó un proceso de formación. Se hacía interpretación de cómo se podía contar una historia en lengua de señas, sobre el manejo de personajes, desde dónde se construye una historia y la importancia de que haya un nudo. Todos estos elementos, que es en lo que tenemos experticia, permitió que muchos se animaran a participar y contar sus historias”, admite Díaz.
En total 130 personas participaron y el pasado 5 de octubre, se conocieron a los ganadores: Andrés Felipe Marulanda Pamplona ganó el primero lugar con su cuento en lengua de señas ‘La Isla’; Sergio Alejandro Araque escribió ‘La serpiente Draculavirus’ y ganó el primer lugar en cuento escrito por persona con discapacidad intelectua; finalmente, Cristian Camilo Orozco, quien tiene discapacidad visual, ocupó el mismo lugar con ‘Secuestro Exprés’.
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“Para este concurso tuvimos dos jurados: John Díaz, una persona con discapacidad visual, escritor, y educador especial, y Diego López, que es una persona sorda que ha incursionado en la pregunta por cómo juzgar la literatura en lengua de señas”, explica Mauricio Díaz.
“Evidentemente en la lengua de señas hay que identificar, por ejemplo, que manejen la lengua colombiana pero, de los elementos narrativos, revisar y comprender que haya una historia, una construcción de personajes bien realizada. Los mismos elementos que pueden evaluarse dentro de una historia escrita”.
Para Díaz, contrario a algunos prejuicios, los relatos no victimizan ni se narran desde la misma discapacidad sino, más bien, hacen interpretaciones de la realidad. Entonces, los jurados se encontraron con historias inspiradas en la fantasía clásica de gigantes y héroes, pero influenciadas por la coyuntura del coronavirus.
“En el caso de discapacidad visual tenemos quizá una relatos narrativamente muy bien trabajados. Puntualmente se destaca una calidad literaria muy grande. Eso hay que destacarlo. El talento que se está descubriendo con este concurso”.
Por ahora, la Fundación Fahrenheit 451 trabaja para que los cuentos ganadores y las menciones especiales estén disponibles en tres formatos: texto, radiocuento y en lengua de señas. La premiación será entre el 10 y el 15 de noviembre.
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