Leer ha sido siempre una tarea difícil y lo ha sido básicamente porque se nos ha enseñado como una obligación. Desde que somos pequeños, ante la intención de que nos volvamos buenos lectores, nos han metido los libros a la fuerza, en lugar de habernos enseñado la maravilla que es leer. Borges dijo que:
“La lectura debería ser una de las formas de la felicidad, y no se le puede obligar a nadie a ser feliz”
Y es así, los libros tienen la capacidad de abrirnos el mundo, de presentarnos el panorama de la realidad de maneras diferentes. Pero por supuesto acercarse a los libros debería ser un acto de voluntad propia.
En 1992 el escritor francés Daniel Pennac publicó su libro ‘Como una novela’, un texto que se convirtió rápidamente en uno de los más vendidos de aquellos años. Pero lo mejor fue que al cierre de su libro publicó un listado de lo que se convirtió en ‘Los Derechos del Lector’. Más que los deberes, más que las obligaciones de sentarse a leer un libro, Pennac reivindicó la posibilidad de ser un lector libre, con derechos que quitaran de encima la cantidad de pesos que recaen en nosotros, como por ejemplo, el peso de no haber leído a los clásicos de la literatura o el derecho a aburrirnos en la mitad de un libro.
Compartimos estos diez derechos con ustedes y por qué pensamos que son importantes:
- Derecho a no leer: uno no deja de ser un lector porque lleva tres o seis meses sin haber leído. A veces no es el momento, a veces el tiempo no alcanza o simplemente el ánimo y las ganas se acabaron. No pasa nada, ya volverá el momento para retomar los libros.
- Derecho a saltarse páginas: porque no todos los libros tienen que llamarnos la atención desde la página uno hasta el final. Además, hay libros que se ponen más densos en algunas partes y que omitirlas no cambian el resultado de su lectura.
- Derecho a no terminar un libro: es un derecho fundamental porque es normal que empecemos un libro y que, a las dos páginas, en mitad del camino, o faltando veinte para terminar, el libro pierda nuestra atención. Que nos desencanten los libros es normal y suele pasar más de lo que se imaginan. De hecho si un libro los aburre, déjenlo, como decía Borges, "no lo lean porque es famoso, no lean un libro porque es moderno, no lean un libro porque es antiguo. Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo, ese libro no ha sido escrito para ustedes".
- Derecho a releer: porque el encantamiento de un libro puede durar mil años, porque como lector muchas veces tejemos un vínculo con personajes o situaciones que nos hacen querer revivirlos todas las veces necesarias. Los niños, por ejemplo, son los primeros en ejercer ese derecho cuando nos piden veinte veces que volvamos a leerles ese cuento que les encantó.
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- Derecho a leer cualquier cosa: los clásicos están ahí siempre, amenazantes con sus ínfulas de obligatoriedad, pero la verdad es que la lectura le llega a uno de maneras subjetivas y si lo que les gusta leer son cómics o incluso revistas, está bien, como ya lo hemos repetido antes: lo importante es leer.
- Derecho a leer solo lo que me gusta: géneros literarios y estilos existen tantos como escritores en el mundo, y este derecho básicamente es el derecho a hacerse fan, pasa sobre todo con la literatura juvenil que nos devuelve en mente y emociones a la etapa más febril de nuestras vidas.
- Derecho a leer en cualquier parte: pues es que los libros nos cogen donde nos tienen que coger. En la sala de la casa, en la cama, en el baño o en el bus. En el parque, en la playa, o debajo de las sábanas para no molestar a nadie con la luz.
- Derecho a hojear un libro: a veces solo algunas pocas cosas nos llaman la atención de un texto y está bien haberlo visto solo por partes; y tenemos derecho a opinar sobre eso a lo que le echamos el ojo.
- Derecho a leer en voz alta: es un placer, a solas o acompañados, la voz logra darle tintes impensables a la lectura que algunas veces solo en la cabeza quedan perdidos. Pasa mucho, por ejemplo, con la poesía. Además, ¿por qué no compartir nuestros hallazgos de belleza literarios con el que tenemos al lado?
- Derecho a guardar silencio: lo que pasa es que hay algunos libros que nos roban el aire y hasta las palabras. Libros que a veces ni siquiera sabemos cómo expresar por qué nos gustan tanto.
Por DIEZ derechos que tenemos, dice Daniel Pennac, un solo deber para cumplir:
“No burlarse jamás de aquellos que no leen si quieres que un día se conviertan en lectores”