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El Río Amazonas recorre el norte de América Latina, nace en Perú, toca el sur colombiano y recorre Brasil hasta el océano Atlántico. Este año cumple 476 años de haber sido descubierto por los colonos españoles. Pero lo cierto es que antes de ellos, las comunidades ancestrales que ya lo habían navegado armaron sus vidas en las orillas del que es el más largo y caudaloso río del planeta y fueron ellos quienes realmente dieron cuenta de la majestuosidad de sus aguas, hogar de criaturas misteriosas.
No solamente corren aguas en sus cauces, pues las historias que se han tejido en torno al Río Amazonas son de una riqueza insuperable, pues han ido mucho más allá de los relatos de las crónicas de indias. Los destrozos que los grupos de expedicionarios hicieron en estas tierras en los procesos de conquista han sido contados por escritores de todo el mundo.
Recordamos hoy la obra del escritor tolimense William Ospina quien dedicó una trilogía entera, a recontar la historia de cómo los españoles invadieron las aguas que en otra era pertenecieron únicamente a los indígenas amazónicos.
“La defensa de la naturaleza, el peligro del arrasamiento de la selva amazónica, son temas que se mantienen latentes, pues el Río Amazonas es una de las garantías de que la humanidad puede sobrevivir” dice William Ospina sobre las razones que lo llevaron a escribir acerca de estas tierras.
En el 2005 publicó la primera parte de esta saga, bajo el nombre de ‘Ursúa’ que se convirtió en la mejor novela del año según Gabriel García Márquez. Pero a Ospina no le alcanzaron las páginas de una sola novela para contarnos las historias de dominación y saqueo de la conquista. En el 2008 ‘El País de la Canela’ nos removió todo de nuevo con la continuación del recorrido de los conquistadores por las tierras del sur colombiano. ‘La Serpiente sin ojos’ cierra la trilogía con una bellísima metáfora del río amazonas en sí mismo.
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“Y ambos veíamos lo que necesitábamos ver. Pero Ursúa me atrajo como un hechicero, y tiempo después comprendí que su voz era el soplo de la serpiente que me llamaba otra vez a su lomo. En Europa aprendí que todos los caminos llevan a Roma: aquí todas las aguas buscan el río. Y el agua de la sangre, y el agua de las lágrimas, y el agua que corría por mi espalda bajo el fogaje de la selva, buscan esas aguas inmensas o eran llamadas desde lejos por ellas"
Ursúa – William Ospina