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Cuatro cuentos para recordar la tradición oral colombiana

Muchos son los eventos y rituales tradicionales de las regiones colombianas que han estado fundamentados en historias que los abuelos les contaron a los nietos a través de los años. 

Estos cuentos que con el tiempo se convirtieron en mitos y leyendas fundacionales que se han transmitido como tradición oral y que de alguna manera fueron los primeros pasos de la literatura colombiana como la conocemos hoy en día.

Recopilamos cuatro historias míticas de diferentes regiones del país para que recordemos de dónde venimos y cómo solíamos contarnos antes de que el papel y el lápiz llegaran a nuestra tierra.

Mito fundacional Achagua (Meta y Casanare):

Cuatro cuentos para recordar la tradición oral colombiana

En el mundo de los Achagua, que vivían en los departamentos de Meta y Casanare, vivía una serpiente que amenazaba con acabar la vida de todas las comunidades de la Orinoquía. Los indígenas Achagua oraron y oraron durante noches y días al Dios Purú para que los protegiera de la serpiente. Purú, el dios supremo, benevolente, envió a su hija guerrera para que acabara con la serpiente. Cuando ella lo hizo, la serpiente empezó a descomponerse y de ella salieron gusanos que se convertirían, al tocar la tierra, en hombres fuertes que velarían para que la serpiente no regresara jamás.

Mito fundacional U’wa (Boyacá):

Cuatro cuentos para recordar la tradición oral colombiana

El Universo entonces era dos esferas: una que representaba el mundo de arriba y estaba llena de luz cálida y seca, y otra debajo, oscura, húmeda y vacía. Cuando el Universo comenzó a moverse, ambas esferas se mezclaron formando el mundo intermedio, aquel en el que los humanos habitan. Las esferas iniciales son infinitas e indestructibles, pero el mundo humano es frágil y su existencia depende de las grandes esferas. Los elementos de los primeros mundos pasaron de un lado al otro y en el mundo intermedio todo fue hecho con barro, por lo tanto, todos los seres y las cosas del mundo intermedio terrenal poseen todo lo esencial para la vida, de la misma fuente, todos los seres están compuestos por la misma materia. Sin embargo, luego de creado el mundo intermedio, los dioses vieron que nada estaba en movimiento y entonces mezclaron el calor del sol con el agua de los lagos y así nació el proceso de la vida y de la muerte en el mundo de los humanos.

Mito fundacional Kamentsa (Putumayo):

Cuatro cuentos para recordar la tradición oral colombiana

Betiyeguagua, el Hijo del Árbol, fue castigado por la Madre Tierra por haber secado la laguna de Sibundoy y ella azotó al valle con un terremoto. Betiyeguagua tuvo que enviar a uno de sus nietos en representación hasta el Cerro de Patascoy a pedir perdón para que la Madre Tierra se tranquilizara. Estando en el cerro, Betiyeguagua conoció a Klestrinyé, hijo de la Madre Tierra, quien lo ayudó a conseguir el perdón y además le enseñó las artes de la alegría. Betiyeguagua debió compartir esto con sus amigos y cuando todos aprendieron a vestirse de colores, a tocar flautas, bombos y cachos, a cantar y a gritar de contentos, Klestrinyé ordenó que un día al año se debe festejar y agradar a los dioses. Ese día bailaron, cantaron y tomaron chicha hasta quedar dormidos por caminos y veredas. Klestrinyé dijo: “este día se llamará en adelante Besknaté, el Día Grande, fiesta de la alegría y el perdón”. Cuentan que Klestrinyé murió en esta tierra y en su tumba nació un árbol cuyas flores abundantes y de múltiples colores, se utilizaron para perdonarse y alegrarse en ese Gran Día

Mito fundacional Chibcha (Cundinamarca):

Cuatro cuentos para recordar la tradición oral colombiana

Hace muchos, muchos años, la laguna de Iguaque llenó sus aguas de flores y plantas de todos los colores, de ellas nació una mujer de pelo largo y negro que ascendía del agua acompañada de un niño pequeño. Eran Bachué y su hijo que venían a poblar la tierra. Bachué se casó con ese niño cuando éste ya era un hombre y los hijos que tuvieron fueron quienes comenzaron a habitar la tierra de entonces. Empezando en la Sabana, el imperio Chibcha creció y creció hasta extenderse por todos los rincones y Bachué, la madre, les enseñó todo lo que tenían que saber para sobrevivir.  Bachué, cansada decidió regresar al agua, luego de dejar todo listo. Acompañada de su esposo, ambos se convirtieron en serpiente y se sumergieron en las profundidades, con la promesa de que el mundo entero estaría vigilado por ella para que todo estuviera bien.

Fuente: MinInterior.gov

 

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