Luis Jamioy, exalcalde Kamentsá de Sibundoy / Foto: Somos Región – Canal Trece
Para el pueblo kamentsá, las palabras son como un hilo que va guiando la existencia en el tiempo y la naturaleza es, a la vez, el lugar privilegiado para utilizar ese poder mágico que supone la palabra con la que se nombra lo visto y lo vivido.
El jajañ, la palabra kamentsá para hablar del espacio productivo y comunitario del que se obtienen los alimentos (la huerta, la chagra, la granja, etcétera), tiene un significado vital para estas comunidades. Es fundamentalmente el lugar en el que se relacionan con la naturaleza, de donde proviene el poder mágico de la palabra y donde se ejercita, contemplándola.
Es por eso que Luis Jamioy, exalcalde kamentsá de Sibundoy (Putumayo), además de trabajar por conservar su lengua, lleva toda su vida resistiendo desde el jajañ por conservar lo propio y mantenerlo vivo.
Luis Jamioy, exalcalde kamentsá de Sibundoy / Foto: Somos Región – Canal Trece
Cuando apenas tenías 8 años, la primera lucha de Luis Jamioy fue la de mantener viva su lengua. A pesar de crecer en un hogar kamentsá, tuvo que aprenderla por sus propios medios con un abuelo vecino, que le enseñó hasta la palabra jajañ. Todo lo que aprendió tanto con los abuelos como en su paso por la escuela, Luis lo puso al servicio de la gente y fue profesor durante más de 20 años en todo el Putumayo, y luego alcalde Mayor de su comunidad, líder siempre en procesos de recuperación y salvaguarda de la lengua propia.
Después de una vida dedicada a la educación y al trabajo comunitario, centrado en la defensa a ultranza de la lengua y cultura propia, Luis lleva la otra mitad de su vida dedicada a uno de sus espacios más queridos: el jajañ. Aunque cada vez menos productos autóctonos se encuentran en los distintos jajañ kamentsá, e incluso el espacio de jajañ podría decir que está en riesgo, hoy, la pervivencia de este es la lucha que desvela a Luis Jamioy. Y es que prácticamente todo lo que consume a diario Luis, sale de su chagra. Lo único que trae de afuera es la sal.
La de Luis es entonces una lucha también por la soberanía alimentaria, por vivir y comer lo que se le antoje, por no dejar morir su šboachán (maíz), su tsëmbe estranjeríy (frijol tranca) o la jomëšá (cuna o barbacoano), que lo han acompañado toda la vida. Su resistencia es la de un kamentsá que se niega a dejar a un lado sus costumbres, a dejar de hablar su lengua y a dejar de comer sus alimentos, y se interna en la montaña a vivir de lo que cultiva. Es la historia de un mundo que queremos dejar atrás pero que como el hilo, que es la palabra para los kamentsá, nos sigue acompañando a través del tiempo, mientras sigan vivas palabras y lugares como el jajañ.
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