Columna de opinión
Hubo un tiempo en el que en nuestras mesas los cientos de hierbas que crecen en el país aromatizaban y les daban valor a nuestras comidas cotidianas. Pero algo pasó y poco a poco el orégano criollo, el culantro, la salvia, la menta se quedaron para hacer, en el mejor de los casos, aguas aromáticas.
En nuestro país se consume tal cantidad de cilantro al día que se puede afirmar que es el sabor de Colombia. Es normal escuchar las críticas de personas de otros países que nos visitan, cuando se enfrentan a las enormes cucharadas de la preciada hierba “picadita” en cualquier preparación. Y es que no se salva nada: sopas, estofados, ensaladas, arroces, hasta la changua termina coronada por las ramas verdes que inundan con su sabor todo el plato.
Ilustración: Lala Ocampo
Llegamos a este punto por una realidad muy sencilla, muy pocas personas cocinan. La cocina, como la mayoría de las actividades humanas, están en continuo desarrollo y crecimiento. El ejemplo perfecto es el lenguaje, que se modifica casi a diario gracias a nuestra necesidad de comunicación. Pero no está pasando lo mismo con la cocina. La necesidad existe, pero pareciera que cocinar es una labor que se está dejando en manos de otros.
Es paradójica esta afirmación si se tiene en cuenta que corren tiempos en los que lo saludable reina como un súper héroe que vino a salvarnos de la malvada grasa saturada. Y cocinar sería la solución que gran cantidad de personas están buscando desesperadamente.
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Las recetas pasaban de boca en boca literal y metafóricamente. Pero ahora los que cocinan están en restaurantes, almacenes de cadena, grandes plantas de tratamiento de alimentos, pero no en la casa. Es tiempo de volver al delantal y los cuchillos y no sólo para que regresen al plato las hierbas que han desaparecido, también tiene que ver con economía, salud, cultura, hasta con las relaciones familiares que se solían fortalecer en la mesa del comedor.
El cilantro no tiene la culpa, pero no le pongas cilantro a todo. Aprender a cocinar es entrar por una puerta que esconde un universo infinito de posibilidades en el que las hierbas son, sin duda alguna, un tesoro por descubrir.
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