Es su primera vez en Expoartesanías y su stand está engalanado por el certificado que la acredita como maestra artesana. A veces se quita la medalla porque el peso le molesta al atender a los visitantes y su sonrisa parece quedar impregnada en los sombreros tradicionales huilenses que se han convertido en un producto estrella.
Caquetá, Bogotá y su región, Huila, son algunos de los lugares en donde más le encargan sombreros. Puede ser gente que no se mide en presupuestos al momento de pedirle una edición especial o un “jornalero” que busca un buen elemento para protegerse del sol.
Cuando se abrieron las convocatorias de Artesanías de Colombia para las diferentes categorías a las Maestrías Artesanales, Liliana Castro, su hija, motivó a familiares y amigos para postular a su mamá a la medalla. A partir de ahí se dedicaron a buscar papeles y experiencias que evidenciaran el trabajo de Celvina, quien, así como aprendió de su madre y abuela, se ha encargado de generar encuentros en donde transmite y enseña sobre la elaboración de sombreros suaceños. (Lee también: El lugar para conocer Colombia a través del arte de las manos)
“Si se daña es porque usted no conoce el sombrero”
La paciencia es una de las mejores enseñanzas que le ha dejado el oficio de artesana. Entender los procesos de la palma de iraca, las temperaturas, los cambios de la luna, saber el momento exacto de trabajarla, usar el ‘hueso de perro’ adecuado y dedicarle hasta más de 10 días a un mismo sombrero, son algunas de las habilidades que ha adquirido con el tiempo y que le fueron reconocidas este año al ganar la medalla.
Ya les conoce hasta las mañas. Aconseja no doblarlos si el sombrero está mojado y mantener los pliegues con el diseño original. “Desde que los traten bien eso dura”, dice Celvina. En su caso ya son más de 60 años en el oficio. Una experiencia de buen trato y de exaltación al arte tradicional.
Pueden visitar el taller de Celvina Ramírez en Acevedo, Huila.
El Iraca – fábrica de sombrero tejido
Calle 7 No. 2-10
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