24.885 kilómetros que se extienden a lo largo de 13 municipios hacen parte del territorio putumayense. Hogar de indígenas Inga, Cofán, Kamentsá y Siona que luego fueron conquistados por el Inca Huayna Cápac y posteriormente invadida por españoles y misiones católicas. A pesar de sufrir las repercusiones de la explotación del caucho, el petróleo, el oro y los cultivos de coca, los habitantes de Putumayo han sabido aprovechar los recursos de su región y la espiritualidad de sus ancestros para promover un ambiente de reconciliación y amor por lo nuestro. No por algo su festividad principal es el Carnaval del Perdón o del Arco Iris que se celebra en el valle de Sibundoy en el mes de febrero y se describe como un día de reconciliación y de comunión del pueblo con su propia historia. En este evento salen a relucir las cosechas de la comunidad como el maíz, fríjol, sixe, caña de azúcar y la chicha y el mote se reparten como parte de la celebración. Su producción artística se ve reflejada en el tallado de la madera, los tejidos en landa, instrumentos musicales y cestería. Turismo no apto para acrofóbicos Cascadas de más de 70 metros de altura, casas en árboles gigantes y vestigios paleontológicos son algunos de los atractivos turísticos del departamento. El fin del mundo y Ojo de Dios, el mariposario Paway, el Centro de Estudios Amazónicos (CEA), el Parque Temático Suruma, Hornoyaco, las Cavernas de Licamancha, el Cañon del Mandiyaco, la Serranía de los Churumbelos, entre otros, se plantean como opciones para los visitantes. Un dato para recordar: sacar la lengua es un gesto de agravio entre los indígenas del valle de Sibundoy.
"Salve egregia ciudad cariñosa De cultura y civismo sin par Tierra amable, cordial y amistosa Siempre alegre con su carnaval". Luis Parménides Guerrero
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