Tesoros ocultos de Cundinamarca: tres pueblos patrimonio cerca de Bogotá ideales para una escapada

A pocos kilómetros de Bogotá se esconden algunos de los destinos más encantadores del centro del país. Entre montañas, calles empedradas y una arquitectura que conserva el espíritu colonial, varios pueblos de Cundinamarca han logrado mantener vivas sus tradiciones, convirtiéndose en auténticos tesoros patrimoniales. Son lugares donde el tiempo parece detenerse y donde cada rincón invita a desconectarse del ritmo urbano para reencontrarse con la historia, la gastronomía y la cultura local.

Aquí te presentamos tres pueblos patrimonio que representan lo mejor del encanto cundinamarqués y que puedes visitar en una escapada de fin de semana desde Bogotá.

1. Guaduas: historia y ciclovia entre montañas

Ubicado a unas tres horas de la capital, Guaduas es uno de los municipios más emblemáticos de Cundinamarca y parte de la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia. Este destino, que vio nacer a Policarpa Salavarrieta, heroína de la independencia, respira historia en cada esquina. Su centro histórico, con casas blancas de tejas rojas, balcones de madera y calles empedradas, transporta a los visitantes al siglo XIX.

Entre sus atractivos se destacan la Casa Museo de La Pola, la Catedral San Miguel Arcángel y el Mirador Piedra Capira, desde donde se puede apreciar el río Magdalena y los verdes paisajes de la región. Guaduas también se ha convertido en un punto de encuentro para los amantes del cicloturismo, gracias al Bici Fest Guaduas, que cada año reúne a cientos de participantes en una experiencia deportiva y cultural. Además, su oferta gastronómica combina sabores típicos del altiplano con toques modernos que sorprenden a los viajeros.

2. Honda: la ciudad de los puentes

Aunque comparte territorio con Tolima, Honda mantiene un fuerte vínculo con Cundinamarca y es uno de los destinos más visitados por los bogotanos. Conocida como “La ciudad de los puentes”, fue en el pasado uno de los puertos fluviales más importantes del país, punto de conexión entre el interior y la costa caribe. Sus calles empinadas, sus construcciones coloniales y su ambiente cálido le otorgan un encanto inconfundible.

El Puente Navarro, declarado Monumento Nacional, es uno de sus mayores símbolos. También destacan el Museo del Río Magdalena, que narra la historia de la navegación y el comercio fluvial, y el Barrio de Las Trampas, donde el color y la arquitectura colonial se mezclan con la vida cotidiana de sus habitantes. Recorrer Honda es hacer un viaje al pasado comercial del país, mientras se disfruta del clima tropical y la hospitalidad de su gente.

3. Girardot: tradición y descanso a orillas del río Magdalena

A solo dos horas de Bogotá, Girardot combina el encanto histórico con una vibrante oferta turística moderna. Fundado en 1852, este municipio se consolidó como un punto clave del transporte y el comercio fluvial en el siglo XIX. Hoy es uno de los destinos más visitados por quienes buscan descanso, gastronomía y entretenimiento sin alejarse demasiado de la capital.

El Malecón del Río Magdalena, la Plaza Principal y el Puente Ferreo son algunos de sus lugares imperdibles. Pero más allá de su historia, Girardot ofrece una experiencia que mezcla cultura, descanso y diversión. Su clima cálido, su vida nocturna y la cercanía con municipios como Nariño y Tocaima lo convierten en un punto estratégico para disfrutar del turismo patrimonial y natural de la región.

Estos tres pueblos son una muestra del legado cultural y arquitectónico de Cundinamarca, un departamento que conserva en sus municipios la esencia de la historia colombiana. Desde las montañas frías de Guaduas hasta las tierras cálidas de Girardot, cada destino invita a descubrir una faceta distinta del patrimonio nacional.

Escaparse a estos pueblos no solo es una oportunidad para descansar, sino también para reconectarse con la identidad y las raíces de un territorio que sigue contando su historia a través de sus calles, sus fiestas y su gente.

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