En la nueva temporada de Magnífica, Ministerio T invita a recorrer los rostros, las memorias y las resistencias de una región que ha sido clave para la historia de Colombia. Tame, conocida como la capital turística de Arauca, es mucho más que un municipio llanero: es un territorio donde se cruzaron las rutas del Ejército Libertador, donde niños se convirtieron en héroes y donde hoy las familias mantienen vivas la tradición, el trabajo y la hospitalidad que los caracteriza.
La serie inicia un viaje a cinco escenarios históricos que marcaron la independencia. Uno de ellos es este municipio que recibió a Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y al joven lancero que dejó una huella imborrable en la libertad del país: Inocencio Chincá.
Inocencio Chincá: el héroe joven que no quiso rendirse
La historia de Tame está ligada al valor de un adolescente que decidió ponerse del lado de la libertad. Inocencio Chincá, nacido en estas tierras, se unió al Ejército Libertador con apenas 14 años. Su nombre aparece en las campañas del Pantano de Vargas y la batalla de Boyacá, donde la herida que recibió marcó su cuerpo, pero no su espíritu.
Tres días después de esa batalla, el 28 de julio de 1819, murió a causa de sus heridas. Tenía apenas 15 o 16 años. Su sacrificio se convirtió en símbolo de la valentía de la juventud llanera.
Hoy, colegios, una escuela militar, avenidas y monumentos en Tame recuerdan su legado. El caballo que lo sostiene en la estatua tiene las dos patas levantadas, señal de que murió en combate. Su nombre se mantiene vivo para recordar que la libertad no tiene edad y que los héroes también nacen en pueblos pequeños.
Simón Bolívar: la noche en que encendió la esperanza
Magnífica revive un momento histórico ocurrido el 12 de junio de 1819. En Tame, Simón Bolívar pronunció un discurso que despertó el ánimo de sus tropas y selló la unión entre llaneros, granadinos, venezolanos e ingleses.
En su mensaje exaltó la valentía de los habitantes de la Nueva Granada, reconoció la disciplina del ejército organizado por Santander y llamó a la unidad para liberar a América del yugo español. Para Bolívar, Tame fue un punto de encuentro y un símbolo del inicio de la ofensiva que cambiaría el continente.
Aquí se tejió el espíritu de una patria que apenas nacía.
Francisco de Paula Santander: el orden detrás de la gesta libertadora
Junto a Bolívar, Santander fue pieza clave. Buen estratega, disciplinado y metódico, entendió que la independencia no dependía solo del combate, sino de la logística y la organización.
En Tame unieron sus fuerzas y sentaron las bases del ejército que cruzaría montañas y llanos hasta llegar al Puente de Boyacá. Santander dejó claro algo que sigue vigente: la libertad se defiende cada día, se honra con hechos y se sostiene con justicia.
Fray Ignacio Mariño: la fe que acompañó al ejército
Detrás de cada batalla hubo también espiritualidad, consuelo y esperanza. Fray Ignacio Mariño caminó junto al Ejército Libertador como guía espiritual. Mientras los soldados empuñaban sus lanzas, él sostenía la palabra, calmaba temores y les recordaba que no estaban solos.
Reconstruyó una iglesia destruida por el terremoto como símbolo de fe para un pueblo que necesitaba creer que la libertad era posible. Su voz representa el lado humano y silencioso de la independencia.
La fuerza de las mujeres que también hicieron patria
En esta temporada, Magnífica también rescata a las mujeres que participaron en la independencia: cuidadoras, guerreras silenciosas, curanderas y madres que sostuvieron la vida mientras la patria se jugaba su futuro.
El mensaje es claro: la libertad también se escribió con manos de mujer y su memoria no debe quedar invisibilizada.
Tame hoy: trabajo, tradición y emprendimientos que florecen
Más allá de su historia libertadora, Tame es un territorio vivo. Su gente mantiene una identidad fuerte hecha de trabajo, hospitalidad y amor por su tierra. Los emprendimientos locales son un ejemplo de esa fuerza.
La miel que se transforma en dulces y saberes
Una emprendedora local ha convertido las colmenas de su finca en el corazón de su negocio. Con la miel de abejas africanas produce dulces de ajonjolí, frutos secos, crispetas y quesos melados. Su producto ha llegado hasta Canadá y Estados Unidos gracias a su calidad.
El proceso, completamente artesanal, respeta el ritmo de las abejas y las flores del llano. Cada frasco de miel es también una historia del campo colombiano.
Artes Sus: la artesanía hecha de calceta de plátano
Asusena Granados, otra mujer de Tame, encontró en la calceta del plátano un material poderoso. Lo que antes era desecho agrícola hoy es la base de muñecas, bandejas y piezas decorativas totalmente biodegradables.
Su oficio lo aprendió tras 48 cursos del Sena y gracias a un taller de la Universidad Nacional. Hoy su emprendimiento preserva un saber artesanal que convierte la naturaleza en arte.
Los Pinos: turismo, conservación y cultura llanera
En la vereda Alto Purare se encuentra la finca agroturística Los Pinos, santuario del manaquín y hogar de más de 160 especies de aves. El proyecto combina agricultura, conservación del oso de anteojos y turismo educativo.
Sus visitantes disfrutan senderismo, alojamiento rural, gastronomía llanera y las tradicionales “Noches de Cacho”, donde se comparten cuentos, mitos y leyendas del llano.
Tame es un mosaico natural: desde las nieves del Cocuy hasta las sabanas inundables. Pocos municipios tienen esa diversidad.
Tame: una tierra que sigue escribiendo historia
Esta nueva temporada de Magnífica muestra que Tame no es solo un capítulo en los libros de historia. Es un territorio donde el pasado convive con el presente, donde jóvenes, campesinos, artesanos y emprendedores continúan luchando por un futuro digno.
Es la tierra donde un niño llamado Inocencio Chincá se convirtió en héroe, donde Bolívar avivó la llama libertadora, donde Santander organizó un ejército, donde fray Ignacio Mariño caminó con la fe como escudo, y donde hoy mujeres y hombres trabajan para que su municipio siga siendo un lugar de oportunidades.
Tame es pasado, presente y futuro. Un lugar donde la libertad se recuerda, se respira y se vive.




