La salud mental de los adolescentes y jóvenes en Colombia se ha convertido en una prioridad urgente que hoy combina avances importantes, cifras que encienden las alarmas y testimonios que reflejan la complejidad de este desafío social. Datos recientes y la mirada de expertos confirman que, aunque hay progresos significativos en políticas, educación emocional y acceso, los jóvenes siguen enfrentando altos niveles de ansiedad, depresión e ideación suicida.
Cifras que retratan una realidad compleja
Según la Encuesta Nacional de Salud Mental (ENSM) realizada por el Ministerio de Salud entre el 6 y el 9 de octubre de 2023, el 66,3 % de los colombianos mayores de 18 años afirmó haber tenido algún problema de salud mental en su vida; una cifra que sube al 75,4 % en el grupo de 18 a 24 años, el más vulnerable. Además, cerca del 30 % de los adolescentes presenta síntomas asociados a trastornos de ansiedad y un 20 % muestra signos de depresión clínica.
En 2024, datos del Observatorio de Salud de Bogotá reportaron 30.209 casos de ideación suicida, de los cuales casi el 30 % correspondió a jóvenes entre adolescencia y juventud. Aunque la ENSM 2015 ya mostraba cifras preocupantes —con un 6,6 % de ideación suicida y 2,5 % de intentos en adolescentes de 12 a 17 años—, el panorama actual evidencia que la crisis persiste y tiende a agravarse.
Un estudio latinoamericano de 2024 ubicó a Colombia entre los tres países de la región con mayores reportes de ansiedad juvenil, junto a Brasil y Chile, lo que confirma que se trata de un fenómeno regional que requiere respuestas locales e integrales.
Factores que agravan el malestar emocional
- Especialistas coinciden en que varios factores profundizan la crisis:
- Desigualdad social y económica, que limita oportunidades y eleva el estrés.
- Violencia directa o indirecta, que deja cicatrices emocionales.
- Acoso escolar, tanto presencial como digital.
- Sobrecarga académica y presión por el rendimiento.
- Redes sociales, que potencian la comparación y afectan la autoestima.
- Cambios en la estructura familiar y la pérdida de redes de apoyo tradicionales.
“Muchos jóvenes enfrentan contextos difíciles: violencia, pobreza, presiones académicas y la constante comparación en redes sociales, todo esto sin recursos suficientes para pedir ayuda”, explica Mariana Muñoz, psicóloga clínica especializada en juventud.
Por su parte, el psiquiatra Daniel Rodríguez advierte: “El estigma familiar sigue siendo un obstáculo enorme. Muchos padres ven la depresión como pereza o rebeldía. Cuando los jóvenes finalmente buscan apoyo, el malestar emocional ya es muy avanzado”.
Avances que marcan la diferencia
A pesar del panorama preocupante, Colombia ha dado pasos importantes para priorizar la salud mental juvenil:
- Mayor conciencia social: La conversación sobre salud mental dejó de ser un tema tabú, lo que fomenta que más jóvenes hablen y busquen ayuda.
- Ley 2460 de 2025: Asegura presupuesto específico para salud mental, elimina la necesidad de remisión médica para atención psicológica y prioriza la prevención.
- Políticas públicas renovadas: Se fortalecen los modelos de atención primaria, especialmente en zonas rurales, y se capacita a más profesionales.
- Tecnología a favor de la salud mental: Se desarrollan apps y dispositivos que facilitan la autoevaluación y el acceso a orientación profesional.
- Cátedra de Educación Emocional: Aprobada por el Congreso, busca enseñar desde la escuela habilidades socioemocionales esenciales.
- Líneas de ayuda: Como la Línea 192, que brinda apoyo psicosocial, además de talleres, grupos de apoyo y programas impulsados por ONG y universidades.
“Lo más importante es que los jóvenes sientan que pueden hablar sin ser juzgados. Ahí ya dimos un gran paso”, reflexiona Natalia Torres, trabajadora social en Medellín.
Desafíos que persisten
Aunque hay avances, persisten retos como:
- Alta prevalencia de trastornos emocionales.
- Falta de acceso rápido y oportuno, especialmente fuera de las ciudades.
- Persistencia del estigma y la desinformación en familias y comunidades.
- Factores sociales y económicos que elevan la vulnerabilidad emocional.
Recomendaciones clave para el cambio
- Hablar sin miedo: Promover espacios abiertos de diálogo que rompan el silencio y los estigmas.
- Fortalecer la atención primaria: Garantizar servicios de salud mental accesibles y de calidad para todos.
- Involucrar a toda la comunidad: Familias, docentes y líderes comunitarios como aliados fundamentales.
- Fomentar hábitos saludables: Buen sueño, alimentación equilibrada y actividad física.
- Buscar ayuda profesional a tiempo: Consultar a psicólogos o psiquiatras cuando los síntomas persistan o empeoren.
Una tarea colectiva para un futuro resiliente
Y no es poco con una población de más de 10 millones de colombianos entre los 12 y 24 años, garantizar la salud mental de los jóvenes no es solo una meta sanitaria: es construir un presente más humano, justo y esperanzador. “Si construimos comunidades más empáticas, con espacios reales de escucha, tendremos jóvenes más resilientes”, concluye el psiquiatra Rodríguez.
Los avances demuestran que se puede transformar la realidad, pero solo si el compromiso se mantiene firme, constante y colectivo.




