Era la gran incertidumbre para todos los colombianos antes del acuerdo firmado entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc. El posconflicto abarca todo un abanico de posibilidades para el país que representan desde una consolidación exitosa del proceso de paz, la reparación de las víctimas, la reconciliación, hasta un nuevo panorama económico. Este amplio espectro hasta el momento ha resultado un campo desconocido para los medios de comunicación que en las últimas décadas se habían concentrado en el cubrimiento del conflicto con el apoyo de fuentes de Fuerzas Militares y algunos comunicados de las Farc, desde la clandestinidad. Con la firma del acuerdo de paz, la guerrilla comenzó a ser considerada como fuente de información y un actor político hacia el futuro. La responsabilidad frente a esta nueva era para el periodismo colombiano se convierte en un verdadero filo de navaja y una oportunidad para reforzar la responsabilidad inherente en la profesión. Por un lado ayudar a construir paz para una Colombia nueva, sin miedo y sin guerra. Pero por otro, ser contralor implacable del cumplimiento de los acuerdos de paz con información ultra verificada y confrontada. Que el posconflicto no termine cayendo en la posverdad. Un periodismo serio, independiente, crítico, verificado, sin sesgo y con un permanente sentido de la realidad, sin caer, entre otros escenarios (peligroso por demás) en el frenesí político con un escenario tan complicado y polarizado como el de las elecciones presidenciales de 2018. Escuchando diversas opiniones se hizo evidente que para el cubrimiento del posconflicto es más que necesario y justo darle voz a las víctimas, que son fundamentales para construir lo que se quieres tras un proyecto como la firma de un proceso de paz. Debemos mostrar a esos millones de colombianos cómo es ese país "normal", sin violencia, con infinitas oportunidades para ellos, sin olvidar su pasado y donde se le garantice la reparación y la no repetición. (Lee también: Colombia tierra querida, tierra de artistas) Pero tampoco debemos olvidar, y los periodistas deben estar ahí para recordarlo, que el acuerdo logrado con tantas dificultades solo cobija una parte de los alzados en armas que, si bien es la más importante, no implica la extinción del fenómeno mientras no se logren soluciones similares con otros grupos guerrilleros y el Estado no controle y extinga las llamadas "bandas criminales" que azotan con sus acciones delictivas un alto porcentaje del territorio nacional. Mientras estos supuestos no se cumplan el conflicto se perpetuará y muchos colombianos seguirán sufriendo los rigores de la violencia, sin que entretanto se pueda predicar la presencia de un verdadero posconflicto. Nosotros, como periodistas, estamos ante el mayor desafío de nuestra generación: no fallarle a la sociedad y al país. Sigo invitándolos a que nos retroalimenten, a que pasemos de criticones a críticos y tomemos el control. Hagamos sentir nuestra voz y digamos qué es lo que no aprobamos o lo que destacamos del día a día de los medios de comunicación con noticias que, a borbotones, salen con relación a todo lo que involucra el conflicto, el proceso, la firma, la intención de posconflicto, la paz. Por Adriana Álvarez Uribe Pueden ver más editoriales de Toma El Control dando clic a este enlace