¿Por qué la factura del gas sube y baja tanto en Colombia?

Para muchos hogares colombianos, la factura del gas natural se ha convertido en una sorpresa mensual. Un mes sube sin explicación aparente, al siguiente baja ligeramente y luego vuelve a aumentar. Aunque el consumo doméstico suele ser estable, el valor final del recibo depende de múltiples factores que van más allá de cuánto gas se use en casa.

Un servicio regulado, pero con varias variables

En Colombia, el gas natural es un servicio público regulado por el Estado. La Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) define las reglas bajo las cuales operan las empresas distribuidoras, pero eso no significa que el precio sea fijo. La tarifa final que paga el usuario está compuesta por varios elementos, cada uno con comportamientos distintos.

El costo del gas como materia prima

Uno de los factores clave es el precio del gas en boca de pozo, es decir, el valor del gas antes de ser transportado y distribuido. Colombia produce gran parte del gas que consume, pero en algunas regiones se requiere importar gas, especialmente cuando hay disminuciones en la producción nacional o aumento en la demanda.

El gas importado es más costoso, ya que depende de precios internacionales, del dólar y de costos de transporte marítimo y regasificación. Cuando las empresas deben recurrir a este gas, el impacto se refleja en la factura de los usuarios.

Transporte y distribución: una red extensa y costosa

El gas debe viajar desde los campos de producción hasta las ciudades y municipios a través de gasoductos. El costo del transporte depende de la distancia, el mantenimiento de la infraestructura y la capacidad disponible. En zonas alejadas o con redes menos desarrolladas, este componente suele ser más alto.

Además, las empresas distribuidoras cobran por llevar el gas hasta los hogares, cubrir pérdidas técnicas, operar redes urbanas y atender a los usuarios. Estos cargos pueden variar según la región y la empresa prestadora del servicio.

El efecto del clima y la demanda

Aunque el gas no depende directamente de la lluvia como la energía eléctrica, sí está relacionado con la demanda. En épocas de mayor uso, como temporadas frías o periodos de mayor actividad industrial, la presión sobre el sistema aumenta y los costos pueden ajustarse.

En algunos casos, el gas también se utiliza para generar electricidad cuando los embalses están bajos. Esto incrementa la demanda y puede generar ajustes tarifarios indirectos.

Ajustes periódicos y rezagos en la factura

Las tarifas del gas no se actualizan todos los meses de manera uniforme. En ocasiones, las empresas aplican ajustes acumulados de meses anteriores, lo que hace que el aumento se sienta repentino, aunque responda a costos ya asumidos. Lo mismo ocurre cuando hay reducciones: estas pueden tardar en reflejarse en la factura.

Impuestos y cargos adicionales

Aunque el gas tiene una carga tributaria menor frente a otros servicios, la factura incluye impuestos, contribuciones y en algunos municipios tasas adicionales. Estos valores no dependen del consumo, por lo que pesan más en hogares de bajo uso.

¿Qué puede hacer el usuario?

Entender la factura es el primer paso. Comparar el consumo mensual, revisar los cargos fijos y variables, y conocer si la región depende de gas importado ayuda a explicar las variaciones. También es clave saber que, aunque el servicio esté regulado, no es inmune a los cambios del mercado energético nacional e internacional.

Un servicio esencial en transición

La variación en el precio del gas refleja un sistema energético en transformación. Mientras el país avanza hacia fuentes más limpias y diversifica su matriz energética, el gas sigue siendo un combustible clave para hogares, industrias y generación eléctrica. Su precio, por ahora, seguirá moviéndose entre la producción local, la importación y las condiciones del mercado.

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