Los Consejos de Juventud son mucho más que una figura legal: son la expresión viva de la democracia juvenil. En cada territorio, jóvenes comprometidos con su comunidad trabajan para promover proyectos, visibilizar problemáticas y conectar las políticas públicas con las realidades de sus pares.
Desde campañas de salud mental hasta proyectos de reciclaje o emprendimiento, los CMJ han demostrado que la participación sí transforma. Su impacto no siempre se mide en cifras, sino en cambios culturales: más jóvenes informados, más diálogo intergeneracional y más confianza en las instituciones.
Cada consejo es una historia de liderazgo colectivo. Son jóvenes que dedican su tiempo y energía a mejorar su entorno, convencidos de que participar es la forma más directa de construir país.
Estos espacios también ayudan a fortalecer la democracia, porque fomentan la transparencia, el debate y la rendición de cuentas. En ellos, los jóvenes aprenden que opinar no basta: hay que proponer, ejecutar y evaluar.
La tarea no es fácil. Requiere compromiso, formación y trabajo constante, pero los resultados son evidentes. Allí donde los CMJ están activos, las administraciones locales escuchan más, las decisiones se discuten y las políticas de juventud se vuelven más efectivas.
Participar es transformar porque cada idea, cada proyecto y cada reunión suma. La juventud colombiana tiene la capacidad de cambiar su realidad, y los Consejos de Juventud son la herramienta para hacerlo.
En ellos se siembra el liderazgo del presente y del futuro: el de una generación que no espera a que otros hablen por ella, sino que decide, propone y actúa.




