Elegir el nombre de un hijo es una de las decisiones más significativas para las familias. Más allá de ser una identificación legal, el nombre refleja cultura, tradición, aspiraciones y, en muchos casos, la influencia de las modas globales. En Colombia, las estadísticas recientes de la Registraduría Nacional muestran cómo los padres han renovado sus preferencias, marcando el 2024 como un año donde se consolidaron nombres modernos, algunos con raíces extranjeras, y también una fuerte inclinación hacia nombres únicos que buscan distinguir a los niños desde su nacimiento.
Los nombres más populares para niños
En el caso de los varones, Emiliano se consolidó como el nombre más inscrito en los registros civiles durante 2024. A este le siguen otros nombres con fuerza latina y sonora como Maximiliano, Thiago, Emmanuel, Jerónimo y Samuel. Estos nombres se han popularizado en gran parte por las referencias culturales que llegan a través de la música, el cine y las redes sociales, donde muchas figuras públicas e influencers comparten cómo han nombrado a sus hijos, generando un efecto de tendencia.
El crecimiento de nombres como Thiago o Emmanuel refleja también una influencia internacional, principalmente de Brasil, Argentina y comunidades religiosas, donde los significados espirituales y bíblicos siguen teniendo gran importancia.
Los nombres más usados para niñas
En el caso de las niñas, la tendencia es clara: los nombres que terminan en “a” continúan siendo predominantes. Antonella fue el más popular, seguido de Luciana, Isabella, Celeste, Salomé, Gabriela y Victoria. Estos nombres destacan por su sonoridad elegante y por la conexión con referentes de la cultura pop y la moda internacional.
Antonella, por ejemplo, es un nombre que ha ganado fuerza en Latinoamérica desde hace más de una década, asociado a figuras del entretenimiento y al gusto por nombres con raíces italianas. Isabella y Luciana, por su parte, mantienen la mezcla entre tradición y modernidad, lo que les asegura una permanencia estable en las listas de los más elegidos.
El papel de los nombres compuestos
Aunque la tendencia global apunta hacia nombres simples, en Colombia los compuestos continúan ocupando un lugar especial. Entre los más frecuentes para niños se encuentran Juan José, Miguel Ángel y Juan Sebastián, mientras que para niñas destacan María José, Sara Sofía y Dulce María.
Estos nombres reflejan una tradición cultural en la que se busca mantener un primer nombre de carácter religioso o clásico, combinado con otro que aporte frescura o distinción. El resultado son combinaciones que, aunque muy comunes, siguen transmitiendo identidad y pertenencia cultural.
El auge de los nombres únicos
Un dato interesante de 2024 fue el registro de más de 11.400 personas con nombres únicos, es decir, sin ningún tocayo en el país. Entre ellos aparecieron nombres como Ebenezer, Mafalda, Arte o Tea, que se apartan por completo de las tendencias tradicionales.
Esta búsqueda de originalidad responde a un deseo creciente de los padres de que sus hijos tengan una identidad distinta, difícil de confundir en la escuela, el trabajo o las redes sociales. Este fenómeno también refleja el impacto de la globalización, donde las familias acceden a una diversidad de referentes culturales al momento de elegir un nombre.
Lo que ha cambiado en los últimos años
Hace una década, nombres como Juan, Camilo, Laura o Camila estaban entre los más usados. Hoy, sin desaparecer, han perdido protagonismo frente a opciones más modernas y con influencias extranjeras. Los padres colombianos parecen inclinarse hacia nombres que suenen sofisticados, globales y que proyecten cierta distinción social.
De igual manera, el auge de los nombres compuestos se ha moderado, pues muchos optan por nombres cortos y fáciles de pronunciar, pensando también en la adaptación de sus hijos a contextos internacionales.
Una decisión cultural y social
El fenómeno de los nombres en Colombia no es solo una curiosidad estadística. Refleja los cambios sociales, las modas culturales y la manera en que los padres proyectan sus valores y aspiraciones. Para algunos, un nombre tradicional garantiza pertenencia y continuidad; para otros, elegir un nombre distinto es una forma de marcar el camino de singularidad para sus hijos.
Lo cierto es que entre Emiliano, Antonella, Maximiliano o Luciana, y hasta en opciones únicas como Arte o Ebenezer, los nombres en Colombia hablan de diversidad, globalización y tradición, todo en un mismo registro civil.




