Manuel Zapata Olivella: 100 años de su nacimiento

Si hay un escritor que haya reivindicado la identidad negra en la literatura de nuestro país, ese es Manuel Zapata Olivella. No solo se esforzó por narrar la herencia espiritual de la africanidad latente en los hijos de esclavos traídos al país durante el Virreinato a través de sus obras, sino que también logró rescatar la memoria del pueblo afro gracias a la tradición oral y de un seguimiento exhaustivo por archivos privados de las antiguas familias esclavistas. 

Su literatura más que apostar por un narrador objetivo y distante, se ensucia las manos con la sangre de sus personajes y los narra con la franqueza de quien oye los ecos de sus hermanos ya muertos y con la entereza de quien sabe que contar la historia del sufrimiento de las comunidades negras no solo es obligatorio en un país que se decanta por lo occidental sino necesario para un pueblo que se ha visto silenciado por la narrativa capitalina. 

Si bien esto no quiere decir que sea literatura exclusiva para negros, si es una gran oportunidad para los mestizos, blancos, morados y verdes para aproximarnos a otras voces más allá de la historia oficial y de la literatura bestseller

Manuel Zapata Olivella nació el 17 de marzo de 1920 en Santa Cruz de Lorica, Córdoba. Hijo de una mestiza hija de una india y de un catalán y de un padre liberal, se trasladaron a Cartagena cuando aún era muy pequeño y gracias a su estadía allí, tuvo un visceral encuentro con su raza, pero también con las injusticias de las que eran víctimas por tener su color de piel. 

Estudió medicina en la Universidad Nacional de Bogotá y luego en Estados Unidos, y durante sus viajes por Centroamérica, México y Estados Unidos, investigó sobre la cultura negra. También fue cónsul de Colombia en Trinidad y Tobago y escribió para El Fígaro, y en las revistas Estampa de Bogotá, Cromos, Sábado y Suplemento Literario de El Tiempo.

Su legado es bien recibido en el departamento del Cesar en el que realizó investigaciones sobre la música vallenata y conformó una agrupación musical con acordeonero, guacharaquero, decimero, compositores y cantantes para llevarlos a ciudades como Bogotá, Manizales y Cali. 

Publicó novelas como Tierra mojada (1947), Calle 10 (1960), Chambacú, corral de negros (1963, obra laureada por la Casa de las Américas), En Chimá nace un santo (1963, llevada al cine con el título Santo en rebelión), Changó, el gran putas (1983). Pasión vagabunda (1948), Detrás del rostro (Premio Esso, 1962) y El fusilamiento del diablo, basada en los hechos históricos del fusilamiento de Saturio Valencia Carabalí, en Quibdó. 

También escribió Los pasos del indio (1960), Caronte liberado (1961), Hotel de vagabundos (1954), El retorno de Caín (1962), Tres veces la libertad y Malonga el liberto. Entre sus libros de cuentos cabe recordar China 6 a.m. (1954), Cuentos de muerte y libertad (1961), El cirujano de la selva (1962) y ¿Quién dio el fusil a Oswald? (1967).

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