En un mundo donde los videos virales duran segundos y los contenidos educativos compiten por atención, María Alejandra Monsalve encontró una fórmula propia: enseñar español con humor, emoción y una pedagogía que nace del amor por las palabras.
A sus 33 años, esta comunicadora social y periodista egresada de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) se ha convertido en una de las creadoras más queridas por quienes buscan aprender español de manera divertida, cercana y correcta.
Su proyecto, “Español con María”, es mucho más que una cuenta en redes: es una ventana abierta al idioma, a la cultura y a la pasión por comunicarse bien.
Un libro en francés que le cambió la vida
La historia de María Alejandra no empezó frente a una cámara, sino con un libro.
Cuando estaba en el colegio, se topó con una obra escrita en francés. No sabía leerlo del todo, pero algo en esas páginas la atrapó. “Lo curioso es que no entendía todo, pero me sentí conectada con ese idioma de una forma que no puedo explicar. Desde ahí supe que quería aprenderlo”, recuerda.
Esa experiencia la llevó a estudiar en la Alianza Francesa, no por obligación, sino por gusto. Mientras sus compañeros asistían a clases por exigencia universitaria o planes de emigrar, ella lo hacía por pura curiosidad. “Me parecía hermoso entender cómo cada idioma tiene su propio ritmo, su música, su manera de ver el mundo”, dice.
Y ese amor por las lenguas creció al punto de inspirarla a aprender portugués, fascinada por las jugadoras brasileñas de voleibol que veía en televisión cuando era niña. “Yo pensaba: las mejores del mundo son brasileras, quiero hablar como ellas, quiero entenderlas”, cuenta entre risas.
Del aula a las redes: la revolución del español
Durante su carrera universitaria, María Alejandra profundizó en la lectura, la escritura y el poder de la palabra. Descubrió la importancia de los signos de puntuación, la gramática y los matices del lenguaje.
“Si existen normas que hacen que un texto sea claro y bonito, ¿por qué no usarlas también en lo cotidiano?”, se pregunta.
Esa reflexión fue el punto de partida de su proyecto digital. Así nació “Español con María”, una comunidad donde enseñar se convirtió en un acto creativo. En sus videos combina humor, ejemplos cotidianos, canciones y tendencias para mostrar que escribir y hablar bien puede ser divertido.
“Yo enseño desde lo que me gusta. No quiero que la gente sienta que aprender español es una tarea aburrida; quiero que se rían, que participen, que lo disfruten”, afirma.
Aprender entre risas y tildes
Con un estilo pedagógico fresco y muy propio, María Alejandra enseña a escribir mensajes con buena ortografía en WhatsApp, a usar correctamente los signos de interrogación, o a distinguir entre palabras que parecen iguales pero no lo son.
Sus seguidores —colombianos, alemanes, franceses, estadounidenses y de muchos otros países— valoran su cercanía y la claridad con la que explica lo más complejo del idioma.
Además, ha obtenido certificaciones profesionales en enseñanza del español como lengua extranjera, lo que le ha permitido dar clases y asesorías a estudiantes de todo el mundo.
Pero detrás de ese crecimiento también hubo momentos difíciles. “Al principio fue duro. Mis papás me ayudaban mientras el proyecto despegaba. Había días en que sentía que nadie veía mis videos, pero nunca quise rendirme”, confiesa.
Hoy, su constancia y autenticidad la han convertido en una voz influyente en el aprendizaje del idioma, con miles de seguidores que aprenden riendo.
El poder de comunicar con amor
“Español con María” no es solo una cuenta educativa: es un reflejo de una vida guiada por la curiosidad, el respeto por la palabra y la convicción de que el conocimiento se comparte.
Su mensaje es claro: hablar bien también es una forma de quererse, de hacerse entender, de conectar con otros.
María Alejandra sigue enseñando con el mismo entusiasmo que la llevó a leer aquel libro en francés en su adolescencia. Hoy inspira a otros a descubrir que el idioma no es una regla, sino una herramienta para crear, para soñar y para encontrarse con el mundo.
“Cuando enseño español, no enseño solo gramática”, dice con una sonrisa. “Enseño que las palabras pueden cambiar la forma en que vivimos y la forma en que nos vemos a nosotros mismos”.




