El fenómeno de los “Brayan” en Colombia: entre la tendencia y el estigma

En Colombia, los nombres propios cuentan historias culturales, sociales y hasta económicas. Uno de los casos más representativos es el de Brayan, una variación fonética del tradicional Brian de origen celta, que desde hace más de dos décadas se popularizó en el país y hoy suma más de 165.000 registros en la Registraduría Nacional del Estado Civil.

Lejos de ser un fenómeno aislado, el auge de este nombre evidencia cómo las dinámicas de la globalización, la influencia de la televisión y la cultura pop moldearon las decisiones de miles de familias colombianas. A partir de los años noventa, Brayan se consolidó como un nombre moderno, “diferente” y con un aire internacional que lo convirtió en una tendencia masiva.

¿Dónde están los Brayan?

Los departamentos con mayor concentración de personas llamadas Brayan son Cundinamarca, con más de 40.000 registros, seguido por Valle del Cauca, Antioquia, Santander, Nariño, Boyacá y Tolima. Sin embargo, no hay región del país donde este nombre no aparezca en las estadísticas, lo que lo convierte en un fenómeno extendido y representativo de la sociedad colombiana.

La polémica y el estigma

El nombre no ha estado exento de controversias. En meses recientes, declaraciones públicas lo usaron como ejemplo en un contexto negativo, lo que encendió una discusión sobre estereotipos y clasismo. La respuesta no se hizo esperar: cientos de jóvenes y adultos llamados Brayan se manifestaron en redes sociales mostrando sus logros, su trabajo y su aporte a la sociedad, desmontando prejuicios y reclamando respeto por su identidad.

La situación incluso dio pie a campañas virales y de marcas que ofrecieron beneficios a quienes portan el nombre, en un intento de reivindicarlo y convertirlo en un símbolo de orgullo.

Entre la identidad y los prejuicios

El caso de Brayan pone en evidencia cómo un simple nombre puede cargarse de significados sociales. Para algunos, se convirtió en sinónimo de sectores populares y de estereotipos negativos, lo que refleja una mirada clasista que reduce la diversidad de realidades que existen detrás de quienes lo llevan.

La realidad, sin embargo, es otra: en Colombia hay médicos, abogados, emprendedores, artistas, deportistas y trabajadores de todos los oficios con este nombre, demostrando que la identidad personal va mucho más allá de un registro civil.

Un nombre con voz propia

Más que una moda, Brayan representa una parte del tejido cultural del país. Su masificación refleja las aspiraciones de modernidad de las familias colombianas en los noventa y dos mil, así como el impacto de referentes internacionales. Hoy, en medio de los debates, este nombre se resignifica como un símbolo de diversidad, resiliencia y orgullo.

El fenómeno deja una lección clara: un nombre no define la valía de una persona, pero sí puede influir en la forma en que la sociedad la percibe. Los más de 165.000 Brayan que hay en Colombia son prueba de que detrás de cada nombre hay una historia única, que merece ser contada sin estigmas ni prejuicios.


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