Durante años, las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas —conocidas como áreas STEM— fueron vistas como territorios masculinos. Sin embargo, cada vez más niñas y jóvenes están demostrando que el conocimiento no tiene género y que el futuro de la innovación también se escribe en femenino.
La educación STEM no solo impulsa el pensamiento lógico, la creatividad y la resolución de problemas, sino que también se ha convertido en una herramienta para cerrar brechas de género y generar oportunidades reales en el mundo laboral y académico. En Colombia, diversas instituciones y proyectos están apostando por romper estereotipos desde las aulas.
Aprender ciencia sin miedo
En muchos colegios del país, todavía persiste la idea de que las matemáticas o la programación son “difíciles” o “solo para hombres”. Estas percepciones, reforzadas culturalmente, limitan las aspiraciones de las niñas desde edades tempranas.
Por eso, uno de los grandes retos de la educación STEM es derribar los prejuicios de género que condicionan la participación femenina. Los expertos coinciden en que la clave está en estimular la curiosidad y la confianza desde los primeros grados, ofreciendo espacios donde las niñas puedan experimentar, equivocarse y descubrir su potencial sin miedo al error.
Proyectos que inspiran en Colombia
Iniciativas como Niñas STEM del Ministerio TIC, She Is Astronauta de la Fundación She Is, o los programas de Colombia Aprende, están transformando la educación tradicional con talleres, mentorías y experiencias prácticas en robótica, ciencia y tecnología.
Estos programas no solo enseñan conceptos técnicos, sino que también fortalecen habilidades socioemocionales: liderazgo, trabajo en equipo y pensamiento crítico. En algunos casos, las participantes incluso logran conectar con mujeres científicas y astronautas de la NASA, rompiendo barreras simbólicas y demostrando que los sueños científicos también son posibles para las niñas colombianas.
Además, universidades y colegios han comenzado a incorporar clubes de ciencia, ferias tecnológicas y laboratorios inclusivos, donde se fomenta la participación activa de las niñas. Estos espacios son vitales para que descubran su vocación en áreas como la ingeniería ambiental, la biotecnología o la inteligencia artificial.
Las cifras del desafío
Aunque se han dado pasos importantes, la brecha aún persiste. Según el Observatorio Laboral para la Educación, menos del 30% de las estudiantes universitarias en Colombia eligen carreras relacionadas con STEM. En carreras como ingeniería eléctrica o física, la presencia femenina es incluso menor.
Las causas van desde la falta de referentes femeninos visibles hasta la ausencia de acompañamiento familiar y docente. Por eso, promover la equidad en STEM no solo depende de la escuela, sino también de la familia y los medios de comunicación, que deben mostrar modelos de mujeres científicas y creadoras tecnológicas en roles protagónicos.
Educación que transforma el futuro
La inclusión de las niñas en la educación STEM tiene un impacto directo en la innovación y en el desarrollo sostenible. De acuerdo con la UNESCO, una mayor participación de mujeres en ciencia y tecnología impulsa la diversidad de ideas, mejora la productividad y genera soluciones más integrales a los desafíos sociales y ambientales.
Incorporar esta mirada desde la escuela es apostar por un país más equitativo, donde la curiosidad y la inteligencia no se midan por estereotipos, sino por talento y pasión.
Romper el techo de cristal desde el aula
El camino hacia una educación STEM inclusiva implica capacitar docentes, modernizar currículos y crear espacios seguros donde las niñas puedan imaginarse como ingenieras, científicas o programadoras.
Cada vez que una niña arma un robot, crea un videojuego o resuelve un problema matemático con confianza, se rompe un pequeño techo de cristal. Y con cada generación que crece sin miedo a la ciencia, Colombia avanza hacia un futuro donde el conocimiento es una herramienta de igualdad.




