Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: una deuda que el mundo aún no salda

Cada 25 de noviembre, el mundo vuelve a levantar la voz para denunciar uno de los problemas más persistentes, dolorosos y silenciados: la violencia contra las mujeres. La fecha, reconocida por la ONU desde 1999, rinde homenaje a las hermanas Mirabal, activistas dominicanas asesinadas en 1960 por la dictadura de Rafael Trujillo. Su historia simboliza la resistencia femenina frente a sistemas que han intentado controlar, callar o eliminar sus derechos.

Hoy, seis décadas después, el panorama sigue exigiendo atención inmediata. Las cifras globales y regionales son contundentes: la violencia de género continúa siendo una de las violaciones de derechos humanos más extendidas en el planeta. Según Naciones Unidas, 1 de cada 3 mujeres ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida. En América Latina, una de las regiones más afectadas, el feminicidio sigue cobrando la vida de miles de mujeres cada año.

Una violencia que se transforma, pero no desaparece

La violencia contra la mujer adopta múltiples formas: física, psicológica, económica, sexual, simbólica y digital. Esta última, además, ha encontrado un terreno fértil en redes sociales y plataformas virtuales, donde muchas mujeres son víctimas de acoso, amenazas y difusión de contenidos íntimos sin consentimiento.

También el entorno doméstico —el espacio que debería ser seguro— continúa siendo el lugar donde más agresiones se registran. A esto se suman barreras estructurales: dependencia económica, miedo a denunciar, revictimización institucional y estigmas sociales que aún pesan sobre quienes buscan ayuda.

Colombia y el reto de proteger a las mujeres

En el país, los casos de feminicidio, violencia intrafamiliar y agresiones sexuales siguen ocupando titulares semana tras semana. Organizaciones sociales y entidades públicas señalan que, aunque se han logrado avances normativos —como la Ley 1257 de 2008 y la tipificación del feminicidio— aún existe una brecha profunda entre la ley y la realidad.

La atención oportuna, la investigación efectiva y las rutas de protección siguen siendo desafíos urgentes. Además, el enfoque territorial es fundamental: las regiones rurales, los territorios étnicos y zonas afectadas por el conflicto armado presentan riesgos diferenciados para las mujeres.

El 25 de noviembre como punto de partida, no como meta

El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer no es una efeméride más. Es un llamado a gobiernos, instituciones, medios de comunicación y ciudadanía para cuestionar estructuras, denunciar abusos y transformar prácticas culturales que normalizan la desigualdad.

La lucha contra la violencia de género requiere educación, justicia, acompañamiento emocional, inversión estatal y compromiso colectivo. Pero, sobre todo, exige escuchar a las mujeres: sus historias, sus miedos y sus demandas.

Conclusión: ninguna sociedad es libre si las mujeres viven con miedo

Eliminar la violencia contra la mujer no es solo un asunto de género; es un requisito para la democracia, el desarrollo y la paz. Mientras una mujer tenga que temer por su vida, por su integridad, o por su libertad de expresión, ninguna sociedad podrá llamarse justa. El 25 de noviembre nos recuerda que la igualdad no se decreta: se construye todos los días, con acciones concretas y con la convicción de que la vida de las mujeres no es negociable.

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