Colombia es un país de contrastes naturales únicos. Desde la selva húmeda del sur hasta las dunas áridas del norte, el territorio ofrece experiencias que invitan a descubrir su riqueza ambiental y cultural a través del ecoturismo. Dos de los destinos más fascinantes para los amantes de la aventura y la naturaleza son el Amazonas y La Guajira, lugares que condensan la biodiversidad, la tradición y el espíritu de exploración que caracteriza al país.
Planear un viaje a cualquiera de estas regiones requiere preparación y respeto por el entorno, pues ambos territorios son ecosistemas frágiles y sagrados para las comunidades que los habitan. Aquí te contamos cómo vivir una experiencia de aventura responsable en estos dos extremos del país.
El Amazonas colombiano es el corazón verde de Sudamérica, un territorio donde la naturaleza domina todos los sentidos. Su capital, Leticia, es la puerta de entrada a un universo de selva, ríos y culturas ancestrales. Desde allí se pueden realizar recorridos por el río Amazonas, visitar comunidades indígenas como los tikunas, huitotos o yaguas, y explorar reservas naturales que albergan miles de especies de flora y fauna.
Entre las experiencias imperdibles está la caminata por la Reserva Natural Tanimboca, donde se puede dormir en cabañas elevadas entre los árboles y observar la selva desde las alturas, o la visita al Parque Nacional Natural Amacayacu, que resguarda una de las mayores concentraciones de biodiversidad del planeta. El avistamiento de aves, la pesca artesanal, los paseos en kayak y los recorridos nocturnos por la selva son algunas de las actividades más solicitadas por los viajeros.
Sin embargo, visitar el Amazonas implica también un compromiso ambiental. Es fundamental viajar con operadores certificados en ecoturismo, respetar las normas locales, evitar el uso de plásticos de un solo uso y mantener una actitud de aprendizaje frente a las comunidades indígenas, que son guardianas de este ecosistema milenario.
En el otro extremo del país se encuentra La Guajira, una región que combina desierto, mar y cultura. Su paisaje árido y su conexión con el Mar Caribe la convierten en un escenario de belleza incomparable. El recorrido puede comenzar en Riohacha, la capital, desde donde se accede a los principales puntos turísticos: Cabo de la Vela, Punta Gallinas y el Parque Nacional Natural Macuira.
El Cabo de la Vela es ideal para practicar deportes de viento como el kitesurf y disfrutar de atardeceres dorados sobre el mar. Más al norte, Punta Gallinas —el punto más septentrional de Suramérica— ofrece una experiencia de desconexión total, con hospedajes sostenibles manejados por comunidades wayuu y un cielo estrellado que se convierte en espectáculo natural cada noche. En el Parque Macuira, un oasis en medio del desierto, las caminatas permiten descubrir cascadas, vegetación única y aves endémicas que solo existen en esta región.
El ecoturismo en La Guajira también implica respetar los territorios y costumbres de los pueblos indígenas. Antes de visitar comunidades wayuu, es importante informarse sobre sus normas culturales, su idioma y sus tradiciones. La interacción debe ser respetuosa, procurando apoyar emprendimientos locales y consumir productos artesanales elaborados por las propias comunidades.
Tanto el Amazonas como La Guajira representan dos caras opuestas de la naturaleza colombiana: una selva exuberante y un desierto infinito. En ambos destinos, la conexión con el entorno es total, y cada experiencia se convierte en una oportunidad para aprender sobre la vida, la diversidad y la responsabilidad ambiental.
Planear un viaje de ecoturismo a estas regiones requiere logística básica: vacunarse contra la fiebre amarilla en el caso del Amazonas, llevar ropa ligera pero protectora, evitar dejar residuos y contar siempre con guías locales certificados. En La Guajira, se recomienda llevar suficiente agua, protección solar, dinero en efectivo y seguir las recomendaciones de las autoridades ambientales y de turismo sostenible.
Explorar estos destinos es redescubrir el país desde su esencia natural. Ya sea navegando por el río más grande del mundo o contemplando el amanecer entre dunas y cactus, el ecoturismo en Colombia ofrece una experiencia transformadora que combina aventura, conciencia ambiental y encuentro cultural.




