El mundo digital late en pulsos: el cursor titila, la pantalla se enciende y las historias se multiplican en un parpadeo. Pero en la era infodémica, esa multiplicación no siempre suma conocimiento: cada clic, cada historia y cada imagen pueden ser semilla de verdad… o de confusión. Frente a ese paisaje, surge Digital-IA, Educomunicación para la Paz, una propuesta colectiva que plantea la educación mediática como antídoto, la palabra como reconstrucción y la tecnología como herramienta ética para la convivencia.
La iniciativa parte de una pregunta sencilla y urgente: ¿cómo logramos que la ciudadanía deje de “tragar entero” la información y, en cambio, la cuestione, la verifique y la transforme en acción responsable? La respuesta de Digital-IA tiene forma de rutas educativas: cursos que enseñan no solo técnicas —editar, producir, transmedia— sino criterios para interpretar y gobernar los relatos que circulan en redes y mensajerías.
Tres rutas, un propósito: transformar consumo en creación crítica
Entre las propuestas se destacan tres ejes formativos que operan como itinerarios complementarios: Crossmedia + AMI + IA, Transmedia, y Multimedia + Sostenibilidad + Desafíos Ciudadanos. No se trata solo de aprender softwares o formatos, sino de convertir la pantalla en territorio de paz: narrativas que visibilicen luchas ambientales, derechos humanos y procesos de reparación; contenidos que prioricen la ética por encima del clic fácil.
Este aprendizaje práctico busca que las y los participantes no solo entiendan omnicanalidad, storytelling transmedia, gamificación o live-streaming, sino que diseñen campañas y piezas con criterios de verificación, respeto y sostenibilidad social.
Por qué urge: contexto regional y urgencias locales
La magnitud del reto es clara: América Latina reúne cientos de millones de personas conectadas diariamente, lo que multiplica tanto las oportunidades de comunicación como los riesgos de difusión masiva de información falsa. Los informes sobre economía móvil muestran que la conectividad en la región sigue al alza —con cifras que rondan los 400 millones de usuarios de internet móvil en los últimos años—, una realidad que sitúa a las redes como espacios centrales de disputa pública.
Además, estudios y reportes internacionales han documentado cómo plataformas y grupos amplifican campañas de desinformación y cómo, a la vez, grandes cantidades de creadores digitales no siempre verifican sus fuentes antes de compartir. Esa combinación alimenta el rumor y erosiona la confianza pública.
Formación como resiliencia: educar para no reproducir daño
Digital-IA propone que la alfabetización mediática avanzada deje de ser un privilegio. Según análisis recientes sobre comportamiento digital, millones de latinoamericanos se conectan a diario a redes sociales, pero solo un reducido porcentaje ha recibido formación sólida en competencias mediáticas. Esa brecha convierte a la educación en la vía más directa para fortalecer la resiliencia ciudadana frente a la manipulación.
Los cursos son gratuitos, con certificación y centrados en la pedagogía del hacer: producciones guiadas, ejercicios de verificación, talleres de ética visual y proyectos aplicados que vinculan territorio y ciudadanía.
Una nota sobre cifras (transparencia informativa)
En tu borrador mencionabas un aumento del 214% de la desinformación en América Latina y que 7 de cada 10 colombianos han compartido información falsa sin saberlo. Mientras revisé fuentes públicas y reportes recientes, encontré evidencia consistente de aumentos significativos en fenómenos de desinformación y varias encuestas que muestran porcentajes altos de usuarios que han sido expuestos o han compartido información errónea. Sin embargo, no ubiqué una fuente pública y verificable que respalde exactamente la cifra del 214% en mi búsqueda inicial; idem con una única referencia oficial que confirme textualmente el “7 de cada 10” para Colombia (hay estudios y encuestas con cifras cercanas y mensajes institucionales que reportan altas tasas de exposición y compartido). Si quieres, hago una búsqueda documental más profunda y específica para localizar esas cifras exactas o identificar su origen preciso.
Cierre: contar para reparar
En definitiva, Digital-IA apuesta por convertir pantallas en aulas y narrativas en actos de reparación. No se trata solo de saber usar herramientas: es aprender a contar de modo que no hiera, a amplificar voces con responsabilidad y a usar la tecnología como aliado de la paz mediática. En un entorno donde la información viaja más rápido que la verificación, formar ciudadanos creadores y críticos es, quizás, la mejor defensa contra el ruido.




