En Colombia, diciembre no empieza oficialmente hasta que se encienden las luces, se desempolvan las recetas navideñas y se escuchan los primeros villancicos. Sin embargo, hay dos tradiciones profundamente arraigadas que marcan el inicio de la temporada: las novenas y la alborada. Ambas parecen costumbres de toda la vida, pero su origen es mucho más interesante, diverso y lleno de historia de lo que muchos imaginan.
1. Las novenas nacieron en el siglo XVIII y no en Colombia
Aunque las novenas son un símbolo navideño colombiano, su origen no ocurrió aquí. Fueron creadas en 1743 por el sacerdote ecuatoriano Fernando de Jesús Larrea, quien escribió los rezos como preparación espiritual para la Navidad. El texto fue traído a la Nueva Granada por comunidades religiosas y rápidamente se arraigó en hogares, parroquias y escuelas.
2. La versión colombiana fue editada por una mujer
El formato que todos conocemos —con gozos, villancicos y oraciones repetidas— no fue obra del padre Larrea. Fue la madre María Ignacia, religiosa colombiana, quien en el siglo XIX reorganizó el texto, le dio estructura y añadió los gozos. Gracias a ella, la novena se convirtió en un ritual colectivo de música, familia y convivencia.
3. Las novenas mezclan espiritualidad y tradición popular
Aunque comenzaron como una oración católica, en Colombia se transformaron en una tradición cultural. Se fueron integrando comidas típicas, cantos, juegos infantiles, rifas y hasta presentaciones artísticas en algunos barrios. Por eso en muchos hogares la novena no es solo un acto religioso, sino una celebración completa que simboliza unión y comunidad.
4. La alborada no tiene un origen religioso
A diferencia de las novenas, la alborada tiene un origen más reciente y no proviene de la iglesia. Se popularizó principalmente en Medellín a finales del siglo XX, cuando comunidades barriales celebraban el inicio de diciembre con pólvora para marcar el comienzo de la temporada navideña. Con el tiempo se convirtió en un espectáculo masivo.
5. La fecha tiene una explicación cultural
La alborada se celebra en la madrugada del 1 de diciembre porque marca el inicio de las fiestas decembrinas y el cierre simbólico del año. En muchos barrios, especialmente en Antioquia, se veía como un “despertar” de la Navidad, similar a un grito colectivo de bienvenida.
6. La alborada empezó como una celebración local
Aunque hoy es conocida en todo el país, la tradición comenzó en Medellín, donde la pólvora y la música eran parte central del festejo. Desde allí se expandió a municipios aledaños y terminó adoptándose en otras regiones. No es una práctica oficial ni institucional, sino una expresión popular que ha evolucionado con el tiempo.
7. La tradición de la pólvora no siempre estuvo ligada a la alborada
El uso de pólvora en diciembre es una costumbre muy antigua, incluso anterior a la alborada. En Antioquia y otras regiones se utilizaba para celebrar fechas especiales, fiestas patronales o el cierre del año. Con la alborada, ese uso se concentró en una sola madrugada, lo que generó un impacto sonoro y visual mucho mayor.
8. La alborada está rodeada de debates
A pesar de ser una tradición muy arraigada, la alborada ha generado debates en temas de seguridad, salud pública y bienestar animal. Aun así, en muchos sectores sigue siendo considerada una expresión cultural que simboliza alegría y sentido de pertenencia.
9. Ambas tradiciones hablan de comunidad
Las novenas reúnen familias, vecinos y amigos en torno a la música, la oración y la comida. La alborada, por su parte, genera un sentimiento de fiesta colectiva que anuncia el inicio de la Navidad. Ambas, desde orígenes muy distintos, comparten un mismo hilo conductor: la necesidad de celebrar juntos.
Un diciembre con historia
Detrás de cada canción, cada rezo y cada luz de diciembre, existe una historia más profunda. Las novenas y la alborada son parte de la memoria cultural de los colombianos, construida por siglos de espiritualidad, creatividad popular y tradición comunitaria.




