Cómo superar una tusa: sanar, soltar y volver a empezar

Nadie está preparado para una tusa. Puede llegar sin aviso, con silencio o con lágrimas, con fotos borradas, mensajes sin enviar y canciones que de repente ya no se pueden escuchar. Pero como todo duelo, una tusa no solo se sufre: también se transforma.

Superar una ruptura no se trata de olvidar a alguien, sino de reconstruirte sin esa persona. Es volver a mirar hacia ti, reconocerte sin el otro y aprender a estar en paz con lo que fue.

1. Aceptar lo que duele

El primer paso es no negar lo que sientes. Fingir que todo está bien solo prolonga el dolor. Llora si lo necesitas, escribe, habla con alguien de confianza. Aceptar la tristeza es parte del proceso, porque solo se sana lo que se reconoce.

La tusa no es debilidad; es una muestra de que amaste con fuerza. Pero también de que puedes volver a hacerlo, con más claridad y amor propio.

2. Cerrar ciclos, no reabrirlos

Eliminar fotos, bloquear redes o evitar el contacto no es inmadurez: es autoestima emocional. Mantener vínculos que ya no existen solo confunde al corazón. Cerrar un ciclo es decirle adiós a lo que te duele, no por rencor, sino por respeto a tu propio proceso.

3. Cuidarte como prioridad

Cuando una relación termina, es normal sentir que todo perdió sentido. Por eso es clave volver a cuidarte, incluso en lo pequeño: dormir bien, comer bien, salir a caminar, hacer algo que te guste. Recuperar la rutina y los hábitos es la forma más sencilla de recuperar el equilibrio.

También puedes aprovechar este momento para reconectar con lo que habías dejado: tus amigos, tus metas, tus pasiones. Una tusa puede ser un inicio disfrazado de final.

4. No idealizar lo que fue

El cerebro tiende a recordar lo bonito y a olvidar lo difícil. Pero idealizar a quien ya no está impide ver las razones por las que la relación terminó. Recuerda: no perdiste a “tu otra mitad”, porque ya eras una persona completa antes de conocer a esa persona.

Reconocer los errores, las diferencias y los aprendizajes es más útil que quedarse con la nostalgia. Lo que fue parte de tu historia, no de tu destino.

5. Buscar ayuda si la tristeza pesa demasiado

Si pasan los meses y el dolor no disminuye, no estás sola ni solo. Hablar con un psicólogo o terapeuta no significa que estés mal, sino que estás dispuesto a sanar de verdad. La salud mental también necesita cuidado y acompañamiento.

6. Transformar la tusa en crecimiento

Las rupturas, aunque duelan, también pueden ser un punto de quiebre para conocerte mejor. Te enseñan qué quieres, qué no estás dispuesto a repetir y cuánto vales.

Con el tiempo, la tusa se convierte en una cicatriz emocional que no duele, pero recuerda lo fuerte que fuiste. Un día te das cuenta de que ya no piensas tanto, ya no duele igual y ya puedes escuchar esa canción sin lágrimas.

Superar una tusa no tiene tiempos exactos. Cada quien sana a su ritmo. Pero lo importante es saber que sí se puede: que el amor propio, la calma y las nuevas historias siempre vuelven.

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