El transporte empresarial en Colombia atraviesa una transformación clave. La transición del modelo tradicional basado en diésel hacia soluciones de movilidad eléctrica marca un nuevo capítulo para el sector logístico del país. Este cambio responde tanto a la necesidad de reducir emisiones como a la búsqueda de operaciones más eficientes y competitivas.
Un cambio impulsado por la eficiencia y el ambiente
En el país, el transporte por carretera representa una parte significativa de las emisiones energéticas. Solo en 2021, este subsector superó los 33 millones de toneladas de CO₂, una cifra que evidencia la urgencia de adoptar tecnologías más limpias. El uso extendido de vehículos de carga diésel ha sido fundamental para la logística nacional, pero también ha contribuido a la contaminación del aire en ciudades como Bogotá.
Frente a este panorama, la adopción de flotas eléctricas deja de ser un proyecto a futuro para convertirse en una acción inmediata. La inteligencia energética permite optimizar costos de mantenimiento, reducir la dependencia de combustibles fósiles y fortalecer los indicadores ESG de las empresas. Estos beneficios se reflejan también en mejores condiciones de salud para conductores y comunidades expuestas a la contaminación urbana.
Según Carlos Urrego, Gerente Comercial de Farizon Colombia, “la transición hacia flotas eléctricas inteligentes es un cambio estructural para el sector logístico: mejora eficiencia, reduce emisiones y fortalece el compromiso empresarial con la sostenibilidad y la salud pública”.
Una transición alineada con los compromisos del país
La transformación del transporte empresarial se ajusta a los avances regulatorios que Colombia ha implementado para mitigar su impacto ambiental. Desde enero de 2023, los vehículos pesados nuevos deben cumplir estándares equivalentes a la normativa Euro VI, una medida que impulsa la adopción de tecnologías más limpias y competitivas.
Este cumplimiento está alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y con la meta nacional de descarbonizar el transporte. En un país donde el 96.9 % del movimiento de carga terrestre depende del transporte por carretera, cada vehículo que migra a la electrificación representa menos emisiones, menos ruido y más rentabilidad para el sector productivo.
La nueva era del transporte empresarial
Adoptar flotas eléctricas inteligentes significa invertir en soporte técnico, infraestructura de carga, conectividad y servicios de operación. Para las empresas, esta decisión impulsa una cadena de valor más sostenible y eficiente.
El rumbo del transporte empresarial en Colombia muestra que dejar atrás el diésel no implica un sacrificio, sino una oportunidad para liderar la nueva era del transporte inteligente en América Latina. La electrificación ya no es una promesa: es una realidad que redefine la competitividad y el futuro energético del país.




