De las plumas femeninas latinoamericanas es probable que una de las más reconocidas sea la de la brasileña Clarice Lispector. La escritora que estaría cumpliendo 98 años un día como hoy es la protagonista del último doodle de Google.
Nacida en Ucrania, esta mujer creció en Brasil bajo la influencia de escritores latinoamericanos como Machado de Assis, Rachel de Queiroz, Eça de Queiroz y Jorge Amado. Aunque perteneció a la Generación de 45, de la que también hicieron parte Mario Benedetti, Ida Vitale e Idea Vilariño, a Clarice Lispector es difícil definirla.
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Su estilo, que no seguía patrones ni temáticas de ninguna corriente literaria de aquellos años, fue definido por ella misma como un 'no estilo'. Incluso su obra resultaba tan versátil y espontánea que hubo una época en la que muchos creyeron que Clarice Lispector era el pseudónimo de alguno de los grandes hombres de la literatura, pues bajo los estragos y estándares del patriarcado, era difícil creer que una mujer pudiera escribir tan lejos de los parámetros que representaban la literatura latinoamericana de aquellos tiempos.
Si no conocías a Clarice Lispector, nunca es tarde para acercarse a uno de los enigmas de la literatura de este lado de la tierra. Clarice Lispector es profunda, poética, innovadora y entrañable, todo al mismo tiempo; como la describió el New York Times: "uno de los clásicos de la literatura del siglo XX, siempre es actualidad, porque no deja de estar de moda"
Este es un fragmento de su novela 'La última estrella'
"Todo en el mundo comenzó con un sí. Una molécula dijo sí a otra molécula y nació la vida. Pero antes de la prehistoria existía la prehistoria de la prehistoria y existía el nunca y existía el sí. Siempre lo hubo. No sé qué, pero sé que el universo jamás tuvo comienzo.
Que nadie se engañe, sólo consigo la simplicidad con mucho esfuerzo.
Mientras tenga preguntas y no tenga respuesta continuaré escribiendo. ¿Cómo empezar por el principio, si las cosas ocurren antes de ocurrir? ¿Si antes de la pre-pre-historia ya existían los monstruos apocalípticos? Si esta historia no existe, pasará a existir. Pensar es un acto. Sentir es un hecho. Los dos juntos son yo que escribo lo que estoy escribiendo. Dios es el mundo. La verdad es siempre un contacto interior e inexplicable. Mi vida más verdadera es irreconocible, interior en extremo, y no tiene una palabra sola que la signifique. Mi corazón se ha vaciado de todo deseo y se reduce al mero último o primer latido. El dolor de muelas que penetra este relato fulguró en lo hondo de nuestra boca. Así es que canto, fuerte y aguda, una melodía sincopada y estridente: es mi propio dolor, yo que sobrellevo el mundo y la falta de felicidad. ¿Felicidad? Nunca supe de palabra más desdichada, inventada por las norestinas que andan por esos montes.
Como voy a decir ahora, este relato será el resultado de una visión gradual; hace dos años y medio que de a poco vengo descubriendo los porqués. Es la visión de la inminencia de. ¿De qué? Quién sabe si más tarde sabré. Como que estoy escribiendo en el momento mismo de ser leído. Pero no empiezo por el final que justificaría el comienzo —como la muerte parece hacer con la vida— porque necesito registrar los hechos precedentes.
Escribo en este instante con cierto pudor previo por estar invadiéndoles a ustedes con una narración tan exterior y explícita. De la que entre tanto hasta podrá, quién sabe, manar sangre palpitante de tan viva de vida, y después coagularse en cubos de gelatina trémula. ¿Un día será esta historia mi coágulo? Qué sé yo. Si hay veracidad en ella —y está claro que la historia es verdadera aunque sea inventada—, que cada uno la reconozca en sí mismo, porque todos somos uno y quien no es pobre de dinero es pobre de espíritu o de añoranza, porque le falta una cosa más preciada que el oro; hay quien carece de eso tan delicado que es lo esencial"
Foto: Las mil notas y una nota