La historia de Bogotá durante el siglo XX fue una etapa de grandes transformaciones. La capital pasó de ser una urbe de carácter colonial a convertirse en el epicentro político, económico y cultural de Colombia. Sus calles, su arquitectura y su gente fueron testigos de cambios profundos que definieron el rumbo del país y moldearon la ciudad que hoy conocemos.
Uno de los hechos más determinantes fue el ocurrido el 9 de abril de 1948, cuando el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán desató una ola de disturbios y destrucción conocida como El Bogotazo. Este suceso marcó un antes y un después en la historia nacional: el centro de la ciudad quedó devastado y miles de personas perdieron la vida. Más allá del impacto material, el Bogotazo dejó una profunda huella política y social. Bogotá se reconstruyó con una arquitectura más moderna, reflejo de un país que buscaba renacer en medio de la crisis, pero también de una sociedad que comenzó a cuestionar las estructuras tradicionales de poder.
Durante esas mismas décadas, la movilidad urbana experimentó una transformación decisiva. El tranvía eléctrico, inaugurado en 1910, fue el primer paso hacia la modernización del transporte y conectó a barrios como Chapinero y San Cristóbal con el centro histórico. Sin embargo, su desaparición en 1951 y la llegada masiva de buses marcaron el inicio de una nueva etapa de expansión hacia el norte y el occidente. La apertura de avenidas como la Caracas y la El Dorado impulsó el crecimiento urbano, transformando la relación de los ciudadanos con su entorno y configurando una ciudad cada vez más extensa y dinámica.
Otro acontecimiento clave fue el fortalecimiento de la educación pública y la consolidación de la Universidad Nacional de Colombia como centro del pensamiento crítico. Aunque la institución fue fundada en el siglo XIX, su traslado al campus actual en 1937 marcó un hito en la historia educativa del país. El diseño del llamado “campus blanco”, símbolo de modernidad y conocimiento, representó el espíritu de progreso de la época. Desde allí, generaciones de científicos, artistas y pensadores contribuyeron al desarrollo de la ciudad y del país, mientras el occidente de Bogotá se convertía en un polo académico y cultural.
La modernidad también llegó a los hogares bogotanos de una manera inesperada: a través de la televisión. El 13 de junio de 1954, bajo el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, se realizó la primera transmisión televisiva en Colombia desde el Palacio de San Carlos. Este acontecimiento no solo transformó la forma en que los ciudadanos se informaban y entretenían, sino que consolidó a Bogotá como el epicentro de la industria audiovisual nacional. La televisión abrió una nueva etapa en la comunicación, impulsando la creación de medios, productoras y espacios culturales que con el tiempo definirían el panorama mediático del país.
El siglo XX, con todos sus contrastes, fue el periodo que definió el rostro contemporáneo de Bogotá. Una ciudad que pasó del silencio de sus calles coloniales al bullicio de una metrópoli moderna; que renació entre escombros, se expandió entre avenidas y se educó mirando hacia el futuro. Hoy, caminar por sus barrios, sus parques y sus edificios es recorrer las huellas de una transformación que sigue viva, recordándonos que la historia de la capital no se escribe solo en los libros, sino en la memoria colectiva de quienes la habitan y la reinventan cada día.




