A sus 60 años, justo después de la muerte de la matriarca de una familia de inmigrantes alemanes para quienes trabajó durante varios años como empleada doméstica, María Villa se jubila dando inicio a una nueva vida. Descubre el amor en un hombre menor que ella y un talento secreto que la lleva a vivir una aventura romántica y el inicio de una carrera promisoria como pintora primitivista.
María Villa lleva un tiempo considerable como empleada doméstica en casa de una familia alemana que migró a Colombia en la segunda guerra mundial.
Se convierte en la compañera y amiga de Doña Brígida Voit, pintora copista y gran conocedora de arte.
Toda esta experiencia es la que enmarca el florecimiento de la sensibilidad artística de María. Cuando Brígida muere María hereda una suma decorosa de dinero para su jubilación.
Compra una pequeña propiedad y abre una tienda de barrio con la cual pretende mantenerse el resto de su vida.
Los estudiantes de una Universidad cercana descubren tan particular tienda y no tardan en volverse clientes asiduos.
Un día entre esos clientes llega Federico y entabla una bella amistad con María, quien tiene en su poder un cuadro que él pintó y tiró a la basura.
Federico se enamora perdidamente de María y le propone matrimonio. Ella, después de mucho cuestionarse acepta a pesar de la enorme diferencia de edad. Viven una hermosa aventura de amor cobijada por la pintura de Federico y una obra pictórica que María comienza a desarrollar en secreto y que Federico descubre accidentalmente.
Él reconoce en María una pintora primitivista y se propone acompañarla y encaminarla por el mundo del arte.
Con el regreso de Lola, una singular vecina enamorada de Federico, joven y llena de energía, llega la incertidumbre a María. Sin embargo, su sensatez le permite reconocer con calma y serenidad cómo poco a poco el amor se fue transformando en un cariño fraternal y decide liberar a Federico de cualquier compromiso con ella.
Federico, prácticamente alentado por María termina aceptando el amor de Lola.
Tiempo después, la joven convierte a Federico en padre. Paternidad, que, al contrario de lo esperado, llena de felicidad a una María que ha comenzado a triunfar como pintora y que, sin dudarlo, asume un tipo de abuelazgo del hijo de Federico y Lola.
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