Alto contraste
Adulto joven

La verdad revelada

En esta historia, ese instinto se demuestra a raíz de la iniciativa del fotógrafo de una comunidad municipal que guarda la memoria de los habitantes en sus momentos más solemnes: primeras comuniones, grados y bodas.

Don Félix es un fotógrafo de provincia y guarda el archivo de todos sus fotografiados durante 40 años. Otoniel, un campesino desconocido, es asesinado en su finca y nadie lo recuerda. Don Félix, por solidaridad con el difunto, exhibe en su vitrina la foto que le había tomado hace unos años a Otoniel, para que la gente lo recuerde. Este hecho crea la costumbre, o el antojo, de que cada que alguien se muere en el pueblo, su familia le encarga a don Félix que saque de su archivo la foto del difunto.

Las ancianas, sobre todo, y a causa de que el cementerio nuevo les queda muy lejos, le piden a don Félix que amplíe la foto de cada difunto para que la exhiba. También, le piden a Don Félix y a su esposa, doña Trina, que les permita rezarle en el patio del negocio -que es al tiempo la casa de don Félix-, a las fotografías de sus seres queridos, por lo menos mientras asfaltan el tramo final del nuevo cementerio. Foto Félix se convierte, entonces, en un lugar de oración para ancianos, y poco a poco va derivando en una tertulia para la tercera edad.