Juancho Valencia se llama música

Portada tomada de Puertocandelaria.com

Si has bailado, oído o disfrutado una canción colombiana en los últimos 20 años, lo más probable es que el nombre Juancho Valencia esté relacionado con sus sonidos de alguna manera. Calle 13, ChocQuibTown, Midanda, Maité Hontelé y hasta Crew Peligrosos son algunos de los proyectos que rezuman su toque. 

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Como el mito del Rey Midas, que todo lo que tocaba lo convertía en oro, este paisa nacido en Medellín hace 40 años está rodeado por un velo de la mítica que hace a las leyendas. Lo que se dice, por ejemplo, es que su madre, Gilma Vanegas, estaba bailando en la madrugada justo cuando comenzaron las contracciones. Al pedirle al padre, Luis Fernando Valencia, que fueran al hospital, este le pidió algo como: "espérate unos minutos más, que la orquesta ya casi va a terminar", cuentan. 

Si hemos de creer este relato, Juan Diego Valencia empezó a bailar y a explorar la música desde antes de nacer, un 16 de marzo. Esta pasión por la música fue producto también de una infancia musicalizada a punta de salsa, son, jazz, boleros y más ritmos con los que se deleitaba su padre -arquitecto, melómano y músico-, quien lo obligó a estudiar piano. 

Desde los cinco años tomó las clases y un año después ya daba conciertos. Aunque quiso estudiar cine en Cuba y Artes Plásticas en la Universidad Nacional, su padre lo convenció de irse por la música. Y el estudio sumado a su obsesión por descubrir qué hizo únicos a Miles Davis, John Coltrane y Tholonius Monk, le fue forjando el gustico, no solo por el jazz, sino por la mezcla y la experimentación con el chucu chucu ochentero que, también, marcó su infancia. 

Con 20 años y una vida patas arriba aunque curiosa, Valencia crea su proyecto principal desde entonces: Puerto Candelaria y, con los 'candelarios', nació ese espíritu que posee a Valencia en el escenario y que él bautizó como el 'Sargento Remolacha'. Luego, con un par de tropiezos al comienzo -como una presentación en el Festival del Mono Núñez-, lanzaron Kolombian Jazz (2002) y desde allí, Puerto Candelaria no ha parado con su música: 'Llegó la banda' (2006), 'Vuelta canela' (2010), 'Cumbia rebelde' (2011 ) y  Amor y deudas (2014). 

Para este momento, Juancho ya era sinónimo de creatividad, jazz y folclor. En 2014, Revista Semana lo nombró como el músico antioqueño más importante del momento y en 2016 fue el Artista del Año para Radio Nacional.  Además, se había ganado una nominación a loas Grammy Anglo en 2013 por su producción de 'Behind the Machine' de ChocQuibTown.

El aparente receso de Puerto Candelaria desde 'Amor y Deudas' en 2014 fue perdonado por el público y la crítica luego de que, a falta de uno, la agrupación presentará tres trabajos musicales el año pasado: 'Yo me llamo cumbia', 'Cinema Trópico' y 'Cantina La Foule'.  

Por 'Yo me llamo cumbia', Valencia pisó fuerte en los Grammy Latinos, premios en los que fue nominado a Mejor Álbum de Cumbia/Vallenato. Pero como el que es caballero repite, su nombre apareció dos veces en la ceremonia, esta vez por 'Cuba Linda', el trabajo de la trompetista holandesa Maité Hontelé, que produjo y compuso. 

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Por eso, ganar el Latin Grammy con 'Yo me llamo cumbia' en la ceremonia ligeramente saboteada por reguetoneros, fue una respuesta este movimiento. Su manera de decir: Latinoamérica es mucho, mucho, muchísmo más que reguetón. Y éste ritmo debería celebrar que se premie a sonidos que son su papá y su abuelo. Que se premie la diversidad, que bien podría ser otro apodo del Sargento Remolacha

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