Tomás Tello
21 Feb 2020 6:00 AM
Las ganas de reconciliarse, aportar a la construcción de una sociedad en paz y dejar atrás un pasado mirando al futuro, son los principales motivos por los que los excombatientes de las extinta guerrilla de las Farc, trabajan en distintos proyectos productivos y emprendimientos en todo el país. A la fecha, son más de 240 proyectos y asociaciones vinculadas a Ecomun, una cooperativa nacional que se encarga de asesorar, acompañar y gestionar en favor de estas iniciativas.
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Sin embargo, sus miembros denuncian descuido estatal y falta de apoyo a los proyectos de excombatientes. “Todas las propuestas comerciales y proyectos productivos que venimos realizando los excombatientes, los hemos tenido que sacar adelante con el apoyo económico de familiares, amigos y empresarios comprometidos con el tema de la paz”, afirma Jonathan Orjuela, Director de departamento de comercialización de Ecomun. Aún así, han logrado sacar aceites, ungüentos, pomadas, muñecas, ropa, botas, artesanías y libros, por nombrar algunos.
Cervezas artesanales
El nombre de ‘La Roja’ delata el color de esta cerveza artesanal nacida en octubre de 2018 en el Espacio Transitorio de Reincorporación (ETCR) de Icononzo, en Tolima. Allí, un maestro cervecero sembró la idea de crear una bebida como emprendimiento y, con un aporte de 20 mil pesos por participante, varios excombatientes aprendieron a hacer esta bebida.
"Es una cerveza que está gustando mucho en el mercado. Ha tenido buena aceptación no solo en Bogotá sino en otras ciudades", afirma Orjuela. De hecho, luego de una promoción temprana por redes sociales en 2018, los productores de cerveza La Roja no dieron abasto con la demanda nacional. Hoy son cerca de 80 reincorporados quienes trabajan en este emprendimiento.
Pero los reincorporados fomentan la sana competencia comercial y ahora mismo están promocionando una nueva marca de cerveza negra, ‘La Trocha’, una bebida porter ale de 5.5 grados de alcohol y que nació en Bogotá con el acompañamiento de profesores de la Universidad Nacional. “Ahora estamos empezando a impulsar esta nueva marca”, explica Orjuela.
La representación de lo que somos
“Diseñé el proyecto Muñecas Combatientes por la Vida en Monterredondo, en Miranda, Cauca”, explica Francy Restrepo, lideresa campesina de la iniciativa y miembro de Fensuagro. Con estas muñecas lleva trabajando casi dos años junto con nueve personas. “Hacemos muñecas campesinas, indígenas y afro, porque soy líder y esta me pareció una forma de manifestarnos”.
Restrepo cree este es solo un paso para mejorar la representación de comunidades históricamente excluidas. Esta vez, además, con su proyecto aporta un granito de arena a la construcción de paz, pues allí trabajan “excombatientes, madres de guerrilleros que los perdieron en la guerra, mujeres de la comunidad y lideresas sociales”, aclara.
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Para Restrepo, esta es una de las evidencias de que sí puede haber reconciliación, incluso en una región tan compleja como el Cauca. Con estas muñecas, cuyo precio oscila entre los 40 y los 80 mil “nos ha ido bien, gracias a dios, aunque nos faltan muchas cosas. Hay dificultades como la tramitología de este país”.
A pesar de esto, estas muñecas son un símbolo de transformación humana, pues sus ropas están hechas a partir de uniformes de excombatientes. Así, no solo da un uso artístico a las prendas de la guerra, sino que demuestra que las personas en proceso de reincorporación, que “vivían en la montaña y manejaban un fusil, ahora trabajan conmigo y manejan una máquina de coser”.
Tejiendo reconciliación
La confección de ropa es la estrategia de asociación multiactiva, Asmuvirca, que reúne a víctimas de estado, del paramilitarismo, de las Farc, personal en proceso de reincorporación y madres cabeza de familia alrededor de un trabajo digno para sus miembros.
Isaac Arias, ahora en proceso de reincorporación, afirma que, si bien están trabajando para una empresa a la que surten con productos, la idea es tener un lugar propio para ofrecer sus propias colecciones, aunque aún no tienen recursos. “Hay grupo que ya sabe de confecciones, pero hay personal al que hasta ahora le estamos enseñando y no está dando como para sostenernos”, explica Arias.
En Asmuvirca apostaron por las confecciones y, con su planta ubicada en Soacha, fabrican chaquetas desde los 120 mil pesos, una nueva línea de hoodies por 40 mil, asó como vestidos, ropa interior, blusas. Además, ofrecen bolsos hechos a mano por 130 mil pesos. Estos últimos, además, comenzarán a ser fabricados por excombatientes en cárceles para ayudar a su manutención.
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